Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 11 de marzo de 2014

Las siete plagas de la contemporaneidad dominicana

Las cifras son alarmantes, para dejar frio al más indiferente de los mortales, sin embargo no podremos saber, al menos por ahora, el número exacto, la cantidad de dinero que corre en los despeñaderos de la corrupción. Hablo del estado, la de los políticos, porque la privada repartida entre empresarios, gremios, sindicatos, iglesias y demás estamentos jamás le podremos sacar la cuenta. Ella, como virus maldito, se ha enquistado en las raíces mismas de nuestras entrañas.

La gravedad es mayor a la que podamos suponer. No se trata solo de la mendicidad peatonal en las intersecciones “semaforizadas” de nuestras ciudades, vestida de pobreza extrema y con rasgos de injusticias. Hablo del vicio de la gente de pedir a todo aquel que supone con mayores posibilidades. Los empresarios se ven asediados por pseudos comunicadores pedigüeños, los funcionarios públicos deben blindarse con barrilitos para soportar la embestida, una verdadera plaga de estos tiempos donde cualquiera sin necesidad y con menos vergüenza te levanta la mano, a veces en tono amenazante.

Ya lo he planteado en entregas anteriores pero debe mencionarse en tanto representa un verdadero peligro para el desarrollo. Hablo del “padrefamilismo”, condición social que da permiso para violentar las normas de transito en el caso de los choferes del transporte, colocar un negocio en plena acera y obstruir el paso de la gente sin pudor, esta plaga tiene siete cabeza y engulle presupuestos públicos que no devuelve nunca.

Hay una plaga silenciosa, que por silenciosa es en extremo peligrosa. Hablo del analfabetismo funcional. Antes se refería a aquellas personas que habían alcanzado en sus estudios un nivel primario. Pero ahora se ha extendido, alimentando unas garras cuyo agarre es mortífero pues se adueña de profesionales cuya formación en universidades de patio o pensadas como mero mecanismo de hacer dinero. Negocios de la educación que nos hacen cargar el fardo de la falta de ella.

Esta otra es el producto de un modelo social que hace del tener, una categoría de individuo inmune a las leyes o a las más elementales normas de convivencia social. El poseer bienes, ganados de cualquier manera, le coloca por encima de todo ciudadano común y basta con un simple símbolo, como el guiar un vehículo todo terreno, para presentarse como un semidios de basto poder destructivo y al que los “ameces” con todas y sus multas antojadizas, les resbalan. Te escupen en la cara, se estacionan sobre las aceras, son daltónicos pues confunden rojo con verde sobre todo en los semáforos, siempre andan de prisa y les importa un carajo el tiempo del otro. A esto le llamo la “jipetocracia”, plaga de difícil manejo pues anda acompañada de otras como la corrupcion mordaz, el “padrefamilismo” y sobre todo el analfabetismo funcional.

Como plaga ha sido incubada en los vericuetos de la burocracia estatal. Es el producto de alcanzar posiciones sin mayores atributos que la sagacidad y la falta de escrúpulos, junto al hacer política con el único propósito de cambiar de estatus y agenciarse un capital que le permita vivir sin tener que sacar punta a un lápiz. Hablo de la ineptitud, misma que hace posible que individuos analfabetos lleguen a dirigir importantes estamentos gubernamentales, incluido alguna alcaldía y hasta la misma presidencia de la republica, que casos han habido. Sus garras filosas impiden el crecimiento de la nación y detienen el desarrollo. La ineptitud es una plaga de difícil manejo pues anda en el mismo vehículo de por lo menos otras tres.

Y por último, la plaga más voraz y dañina de todas, la que impide al país un autentico desarrollo. Corroe el esqueleto del aparato productivo, impide a los artistas el contacto necesario con las musas, el obrero de a pie camina con pasos de plomo, las atenciones en las tiendas de servicio y el comercio dan una sensación de derrota, por ella la delincuencia se empantalona y gana la batalla a los responsables de detenerla. Se ha entronado en las escuelas con aire de reina o gitana de feria. La mas maldita de todas, la del “to’ e to’ y na’ e na’”, acompañada del “deja esa vaina así.

Benjamín García