Respetaron el derecho a la vida de su hijo. Una historia breve y apasionante que denuncia el sin sentido del aborto. Un abrazo, un beso, una tarta por cumplir días, un bostezo, su huella en tinta sobre el brazo de sus hermanos… huella, eso es lo que ha dejado precisamente Zion en sus padres y hermanos, en los díez días que ha durado su paso por la tierra…
Josh y Robbyn Blick se han enfrentado a lo peor que le puede pasar a unos padres: ver morir a un hijo. Zion Isaiah nació el 21 de enero en Illinois (Estados Unidos) con una condena a muerte diagnosticada, el síndrome de Edwards. Los médicos habían avisado a la familia: las posibilidades de sobrevivir a esta rara enfermedad son escasas, y produce anomalías en el corazón y los riñones, entre otros órganos.
Por eso, y aunque los especialistas predijeron que el bebé sólo viviría unas pocas horas, Josh y Robbyn decidieron celebrar cada día y cada minuto de la vida de su quinto hijo y recogerlo en un emotivo diario en formato vídeo. Todos los momentos del breve paso de Zion por la tierra, los han condensado en seis minutos.
El momento más feliz, según relata su madre, fue cuando consiguieron llevarle a casa. «Nuestros hijos rezaban todas las noches para que pudiéramos llevarle a casa. Hubo tanta alegría y tanta plenitud…», señala.
Sin embargo, al noveno día de vida, Zion comenzó a respirar con dificultad. Al día siguiente murió. «Esto es lo más difícil que he tenido que hacer. Pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti», dice su padre.
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