Un día como el pasado miércoles, 12 de marzo del 1926, nació en Ojo de Agua, Salcedo, una niña que con el tiempo se iba a convertir en una de las mujeres más grandiosas de la historia dominicana. Una mujer admirable, sorprendente, luchadora, las palabras son pocas para definirla. Esa mujer de la que hablo es Minerva Mirabal, una de mis heroínas favoritas dentro de la historia de nuestra Nación.
Cada vez que me encuentro con ella en los libros de textos, en sus recuerdos, cuando visito el Museo de las Hermanas Mirabal en su tierra natal o cuando hablaba con su hermana Dedé, más admiro a esta grandiosa mujer. A veces me pregunto, cómo ella tuvo el valor de darlo todo, su tiempo terrenal, su hija e hijo, su familia, su vida por los ideales por el sueño de vernos vivir en un Estado de Democracia real.
Esta extraordinaria mujer tuvo una entrega absoluta con su pueblo, con su presente, apostando a un mejor futuro. Prefirió morir antes de ser una esclava de las ideas y de los sistemas impositivos de otros, prefirió volar como la mariposa de la eternidad antes de convertirse en un ser humano sumiso e indiferente ante el sufrimiento de su gente.
Desde siempre Minerva se caracterizó por ser una mujer diferente, una mujer de otra dimensión, muy evolucionada para su época y así dentro de su ser ella sintió que había venido a cumplir una misión y la asumió con responsabilidad y valentía. Quizás eso nos falta a nosotros, asumir nuestras misiones, cumplir nuestros roles en el diario vivir con valentía y responsabilidad. Por eso, Minerva trascendió en el tiempo y en el espacio porque cuando vino a formar parte de la escuela de la vida se sentó en primera fila y decidió graduarse de ser humano.
Nació en marzo como la primavera que tanto admiró y valoró a través del cuidado de su jardín de rosas, el cual hubiese disfrutado junto a sus hijos y nietos, danzando y recitando cada tarde sus poemas favoritos, si su vida no hubiese sido arrebatada ese negro día de noviembre por las manos del sátrapa Trujjillo. Nació en marzo, mes elegido muchos años después para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Día de conmemoraciones de tantas luchas por el reconocimiento de la igualdad y equidad femenina que tanto ella, en su momento y época promovió y por la cual también luchó.
Por nosotros, por nuestra Nación ella renunció a su vida normal y simple. Decidió volar convertida en Mariposa y observarnos como lo que hoy somos. No se sí le dará alegría o pena la contemplación del paisaje en que nos hemos convertido, sólo sé que cada 12 de marzo encenderé una luz en su nombre, regaré pétalos de rosas por doquier para que su luz y su perfume nos acompañe siempre. Haré una oración para que su espíritu sirva de guía y de luz a nuestros gobernantes, para que su espíritu de mujer inteligente les ayude a tomar las decisiones que este pueblo necesita y el género femenino sea tomado en cuenta en lo que ella tanto luchó. Para que el Estado Democrático deje de ser una ficción política y se convierta en una realidad con igualdad para todos y para todas. Todavía estamos a tiempo.
La autora es Abogada y Docente Universitaria.
Josefina Almanzar.