La impotencia que genera la desesperación, aparentemente desenfrenada ante la imposibilidad de lograr la adquisición de una ambulancia, ha abierto las compuertas para que la sangre vuelva a manchar el lar nativo de los salcedenses.
La valiosa vida de un disciplinado deportista, con apenas 23 años de edad, terminó siendo tronchada en medio de un confuso incidente donde participaron civiles y agentes policiales.
Otro joven resultó herido de balas.
Y todo porque hace falta una ambulancia para prestar servicios de emergencia en el honorable cuerpo de bomberos de la demarcación cibaeña en donde desde hace un considerable tiempo se viene utilizando como alternativa de transporte un destartalado camioncito.
La existencia de Starling Santos, mejor conocido como “Cacón”, fue malograda horas antes de ser iniciado un movimiento huelgario, convocado por un sector del denominado Frente Amplio de Lucha Popular (FALPO), quien había llamado a las organizaciones comunitarias del municipio a integrarse a través de “un volante mariposa”.
En el mismo escenario, Erasmo Caba de 22 años de edad, fue alcanzado por un disparo, al parecer hecho de un fusil, presentando fractura abierta en la tibia y peroné.
Las autoridades locales, tal como generalmente se estila luego de este tipo de tragedia, lamentan lo ocurrido, al tiempo que entre unos y otros se lanzan la pelota evitando ser estigmatizados como responsables de la necesidad aludida como razón fundamental de la protesta.
Y así acontecen los hechos sin que aparentemente preocupe que se repitan, formando un círculo vicioso de consecuencias dolorosas.
Es como si la historia de Salcedo estaría obligada a “más de lo mismo” sin importar corra la sangre, nos arrope el dolor y el crecimiento socioeconómico luzca estancado.
Ante el caso sucedido, sinceramente, aun reconociendo la urgencia de equipar a nuestros bomberos con el referido vehículo de emergencia, no era necesario proyectarnos como pueblo hipersensible y belicoso, sobre todo si se toma en consideración lo que casi siempre envuelven los llamados a paros o huelgas en la patria chica del doctor Manuel Tejada Florentino, las Hermanas Mirabal y Augusto Eufemio (Buby) Dhose Jorge, entre otras figuras estelares de la historia contemporánea dominicana.
Quienes encarnar el liderazgo popular salcedense en compañía de los representativos del gobierno local y nacional, con la prudencia y sensatez que deben sopesar los asuntos colectivos, están llamados a proyectar un nuevo y eficiente accionar en la búsqueda de alternativas de solución a las necesidades sentidas y generales en la olvidada comarca salcedense, sin que sólo se aquilate la protesta y la violencia como únicas vías idóneas para alcanzar lo deseado.
Como muestra de lo mal que pensamos y actuamos, vale reiterar, a manera de recordación, que en torno al caso de la ambulancia en cuestión, desde hace un considerable tiempo Adriano Espaillat, Senador Estatal en la plaza neoyorquina y el honorable Alcalde de Salcedo, Octavio Valentín Fernández, vienen desarrollando incontables gestiones, en el exterior del país en ánimo de que el referido vehículo llegue a la comunidad que tanto lo necesita.
Inclusive, han autorizado expresar públicamente, a quien estos párrafos escribe, que los trámites para hacer realidad tan noble propósito van avanzados y como falta menos tiempo del ya ha transcurrido, no hay por qué cubrirnos con el manto de la desesperación, la protesta y la violencia.
Es cierto que Salcedo no escapa al submundo de la pobreza que caracteriza a la mayoría de nuestros pueblos en un país sumergido en el subdesarrollo y la constantemente expoliación por quienes generalmente exhiben la chaqueta de la politiquería.
También es verdad que la sordera y la dejadez persistentemente mostrada por quienes están llamados a ser protagonistas en la materialización respuestas positivas ante las necesidades de un pueblo digno de mejor suerte tiende a generar la irritación colectiva con justificada razón.
No obstante, aún se crea lo contrario, lo conveniente sería que quienes nos sentimos comprometidos con el presente y el futuro de Salcedo, nos profesionalizáramos en el arte de la prudencia en interés de aportar positivamente a nuestra comunidad sin necesidad de continuar derramando sangre de seres humanos valiosos.
De no ser así, habría que seguir preguntando: Oh, Salcedo, hasta cuándo..?
Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador
triffolio@gmail.com