Al final del pasado año, 1988, fuimos informados de que grupos de dominicanos vinculados con el narcotráfico estaban haciendo operaciones con oro y cocaína.Luego de recibir la información comentamos la situación con un alto funcionario judicial y amigo, pero como carecíamos de datos precisos no hicimos ninguna denuncia al respecto.El día 8 del mes de marzo próximo pasado, nos visitó el periodista Rafael Rodríguez, y luego de hablar sobre diferentes temas y concederle una entrevista, le dijimos que el narcotráfico ha madurado planes en los que están en juego millones de dólares. Hay muchos millones –le recalcamos- y algo que tiene más valor comercial que dólar; el periodista hizo la reseña de lo que habíamos dicho y salió publicada en el periódico El Nacional de fecha 9 del mes de marzo.Hace unos días la prensa nacional publicó una noticia en la que se informaba que dominicanos y extranjeros están haciendo operaciones en oro. No sabemos si los datos e informaciones que nos aportaron el pasado año tienen relación con la noticia que se ha publicado en estos días. Pero sí es una verdad que llegó hasta nosotros la noticia de que personas vinculadas con el narcotráfico estaban haciendo operaciones con oro y cocaína.No tenemos en nuestras manos ningún documento que sirva de base a la información que nos proporcionaron, como tampoco disponemos de nombres de personas vinculados con el caso de la ligazón de operaciones de cocaína con oro.Lo que sí nos ha llamado la atención es que en el mes de diciembre pasado nos dieron los datos y ahora la opinión pública es informada de las operaciones de oro.Creemos que resulta sumamente interesante que se investigue a fondo la denuncia que se ha hecho en el sentido de que empresarios están exportando, en forma clandestina, grandes cantidades de oro. Las investigaciones proceden porque, además de las informaciones que no dieron en el sentido de que personas vinculadas con el narcotráfico están realizando operaciones de oro y cocaína, resulta que el oro es una de las más importantes riquezas mineras del país.Son muchos los intereses que se están moviendo en nuestro país alrededor de las drogas narcóticas. Sumas millonarias son invertidas por los narcotraficantes en diferentes negocios.El desarrollo económico de los narcotraficantes ha llegado a un nivel tal que algunas personas cuando están interesadas en obtener una alta suma de dinero para desarrollar su empresa o negocio, y ante las trabas que les ponen las instituciones bancarias, están recurriendo a personas vinculadas con el narcotráfico y que, en cuestión de horas, les prestan tres y cuatro millones de pesos. (127).Para que no se fuera a creer que mis opiniones eran aisladas, en este escrito traigo a colación criterios de otras personas con relación a la justicia. Veamos:¡Ay, la Justicia!Cuando comenzamos diciendo que el servicio judicial dominicano no actuaba con firmeza frente al narcotráfico, se nos llamó deslenguado, terrorista judicial, incitador a la desconfianza de la justicia, fabulador, etc. Pero en los últimos tiempos no es la voz nuestra la que se escucha. El ciudadano presidente, doctor Joaquín Balaguer, el obispo Fabio Mamerto Rivas y otros ciudadanos se han pronunciado con relación a la posición del servicio judicial ante el narcotráfico. Recientemente el arzobispo de Santo Domingo, monseñor Nicolás López Rodríguez, en una homilía en la catedral primada de América, y con el tema “Los Países de América Unidos en la lucha contra las drogas”, dijo que “el problema del narcotráfico no tendrá solución hasta que los gobiernos se decidan a establecer una red de controles tan eficaces o más como de los mismos delincuentes, aplicando sanciones severas e implacables a los magnates de ese sórdido comercio”.Refiriéndose al servicio judicial, monseñor Nicolás López Rodríguez, dijo: “Es preciso que estos señores sean llevados a los tribunales para que den cuenta de sus fechorías si es que aparecen todavía algunos jueces con dignidad, vergüenza, autoridad y convencido”.El día 15 del mes de octubre del pasado año, 1988, el doctor Joaquín Balaguer, refiriéndose a la justicia, dijo: “El mal que hay en la República Dominicana para combatir el narcotráfico radica en que tenemos una justicia que se vende y que más que eso, es un mercado”.Después de las palabras del doctor Joaquín Balaguer, el obispo de Barahona, Fabio Mamerto Rivas, dijo: “La justicia dominicana como que es medio sinvergüenza”.Tenemos la firme creencia de que si no todos los jueces del país por lo menos la gran mayoría ha sido débil, tolerante, con los narcotraficantes. Hay jueces que no reciben dinero por las decisiones benignas en provecho de los narcotraficantes, pero lo hacen por complacencia con abogados o por temor a la acción criminal de los narcotraficantes.Decir que todos los jueces del país son corruptos y que reciben dinero de los narcotraficantes, es no decir la verdad. Pero sí es verdad que la gran mayoría le hace el juego al narcotráfico, y algunos magistrados con sus sentencias dan pábulo para que el pueblo crea que han emitido sus sentencias a favor de narcotraficantes a cambio de dinero. Y lo lamentable del caso es que los jueces serios, honestos y responsables, y que tienen un buen nombre ganado, les hacen el juego a sus compañeros de funciones que sí tienen una actuación dudosa. En sí, hacen una alianza los buenos con los malos, los dignos con los malvados, y de ahí la confusión de que muchas personas, equivocadas o no, emitan criterios golpeando a todos los jueces con el mismo mazo y midiéndoles con la misma vara, lo que no debiera de ser. (128).Las drogas ilegales seguían avanzando, como se comprueba por los datos que figuran en este artículo:Las drogas, fenómeno socialDe seguro que ya no tienen ninguna duda aquellos que en nuestro país decían que no era más que una fábula el hecho de la presencia de las drogas narcóticas en el seno de nuestra sociedad. Recientemente la prensa nacional dominicana publicó la información hecha por organismos norteamericanos que luchan contra el narcotráfico y las drogas ilegales, en el sentido de que se estima que en la República Dominicana hay unas doscientas cuarenta mil personas consumiendo cocaína y marihuana.La cantidad de doscientas cuarenta mil personas consumiendo estupefacientes en nuestro país representa un cuatro por ciento de la población total, lo que en sí constituye un número sumamente alto si se toma en cuenta que hace alrededor de unos quince año era insignificante el número de nacionales que hacían uso de drogas narcóticas. Si hace unos años solamente determinados sectores de clases sociales dominantes hacían uso de fármacos, cocaína y marihuana, hoy es una verdad irrefutable que las drogas narcóticas han penetrado a toda la sociedad, sin importar sectores, clases y capas sociales.Conviene precisar que el aumento progresivo en el uso de las drogas narcóticas ha ido en una proporción igual al aumento de la presencia de los narcotraficantes en la República Dominicana. Así como va el aumento de los narcotraficantes y su poder económico y de influencia social y política, en esa misma medida crece el uso de drogas en el seno de nuestra sociedad.Resulta penoso que lo mejor de nuestro país, la juventud, esté hoy, en amplios sectores, a merced de la voluntad criminal de un grupo de desalmados -los narcotraficantes- que en interés de hacer dinero dañan la salud y también el porvenir de nuestros jóvenes.Las estadísticas demuestran que para detener el uso de las drogas ilegales y la influencia del narcotráfico se impone una amplia movilización de la opinión pública. Datos confiables demuestran que si en todo el año 1988 fueron detenidas 1,464 personas por estar vinculadas con el uso o tráfico de drogas ilegales, ya en lo que va del año 1989 se han detenido 1,585.Los padres no pueden confiar todo el trabajo de enfrentamiento a las drogas narcóticas y al narcotráfico a la función de los organismos de seguridad del Estado. Se impone que los padres desempeñen también su papel que puede ser el principal, el de prevención.Los fenómenos sociales hay que combatirlos con lucha social. La presencia de las drogas ilegales en el país no es una cuestión de una persona o institución en particular; se requiere una labor de masas, en la que estén en tensión todas las fuerzas motrices sanas que todavía quedan en la sociedad dominicana.Nadie puede ser indiferente a un fenómeno que está penetrando a nuestra sociedad y que afecta la salud, y que también incide a nivel de criminalidad. El narcotraficante primero suministra alegremente la cocaína o la marihuana, pero después que ha torcido la voluntad pasa a la ejecución del crimen. (129).FUENTES:(127) El Nacional. 16 de abril 1989.(128)
sábado, 6 de julio de 2013
Las drogas en el país
7:38 p. m.
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