Desde el 22 al 28 de julio, el papa Francisco ha convocado a los jóvenes del mundo entero para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), esta vez el escenario corresponde en Río de Janeiro, Brasil.
Antes de partir el obispo de Roma a Brasil, señaló, ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro antes del rezo del Ángelus, que la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se realizará este año en Río de Janeiro (Brasil) “puede llamarse la Semana de la Juventud”. El contenido del programa planificado para los miles de jóvenes que se congregaran en torno a Río de Janeiro es formativo, recreativo, artístico y espiritual.
Para a aquellos que no asistiremos a este evento juvenil, se nos pide dos cosas: que demos seguimiento a través de las redes sociales y medios electrónicos, y que oremos intensamente por el éxito de esta jornada. El Espíritu Santo estará allí para derramar su gracia, y los jóvenes tengan un encuentro con Cristo que les marque y renueven los lazos de amistad con Cristo, Eternamente Joven.
Para nadie es un secreto que la etapa de la juventud, es el inicio de las grandes decisiones, es una fase donde el joven se formula preguntas, y necesita respuestas firmes y veraces. Pero el resultado de un joven ejemplar no se improvisa, antes de llegar a los albores de la juventud, ha antecedido la etapa de la niñez, pubertad y adolescencia. Estos tres niveles requieren esfuerzo, disciplina y formación tanto por parte de los padres como del Estado.
Por desgracia, hemos carecido de padres decididamente responsables que desconocen su rol en el hogar, y por esa ignorancia superlativa no son capaces de brindarles a sus hijos una correcta y adecuada educación en valores humanos, morales y espirituales.
La otra parte, le corresponde al Estado, que países como los nuestros la inversión resulta insuficiente para lograr lo queremos, o sea, jóvenes con valores, identificados con su patria, su color, y su familia. El gobierno junto al Ministerio de la Juventud tiene una inmensa tarea.
Como sacerdote a mi me da una profunda tristeza, ver jóvenes perdidos en el tráfico y consume de drogas, alcohólicos, abandonan a temprana edad los estudios, viviendo de la inmediatez, lo que genere dinero rápido y placer multiplicado. Jovencitas embarazadas que no han medido las consecuencias de relaciones sexuales antes de tiempo.
Un joven sin ideales, es lo mismo que decir, un joven sin un buen futuro, vacío de sí mismo, sin horizontes ni metas. Cuando la dimensión espiritual no se ha cultivado, entonces se absorbe lo que hay en el medio ambiente, sobre todo los ruidos que ensordecen los oídos y perturban el alma, y no dan paso a escuchar la voz de Dios, que siempre habla para indicarnos el camino que lleva al buen obrar.
Estas jornadas juveniles tienen su propia historia, por ejemplo, en el año 1975, con motivo del Año Santo, Paolo VI, convocó a los jóvenes, le llamó Encuentro internacional de jóvenes. En el año 1984, el papa Juan Pablo II convocó a los jóvenes en Roma, les llamó, Jubileo Internacional de la Juventud. La ONU, declara el año 1985, como Año Internacional de la Juventud; y en el 1986, ciudad de Roma, empieza a llamarse Jornada Mundial de la Juventud.
Estemos muy atentos a los diferentes discursos que su santidad el papa Francisco pronunciará desde Río de Janeiro al mundo entero. Los encuentros “del papa con los jóvenes”, indiscutiblemente han dado buenos frutos a la iglesia universal.
Felipe de Js. Colón.