El pasado 13 de octubre, en el teatro de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, el Encuentro Católico Para Novios organizó su Primer Seminario, titulado: “Noviazgo y Familia”. Es bueno saber que este movimiento eclesial tiene como objetivo ayudar a los novios a llevar un noviazgo correctamente, es decir, un noviazgo inspirado en los principios cristianos.
El slogan: Rescatemos el Noviazgo, es muy acertado para los tiempos actuales donde aparentemente las aguas perversas quieren ahogar los valores donde ha de estar cimentado un auténtico y verdadero noviazgo.
Mientras existan en la tierra hombres y mujeres con valores firmes, con clara visión para observar por donde los hilos de la historia quieren tejer el mapa humano, nadie podrá imponer el relativismo ético, ni moral; ni tampoco nadie podrá propagar a su antojo una cultura de muerte, pues la voluntad del Creador no es que la sociedad transite por la oscuridad, el pecado y los vicios en sus diferentes manifestaciones, sino mas bien, Dios creador del noviazgo quiere, que esta etapa sea, un espacio para que los novios puedan vivirlo sanamente.
Otro modo de interpretar y pregonar la antesala del matrimonio, sería falsear la naturaleza del noviazgo, y penosamente distorsionar sus objetivos.
En este Primer Seminario, de carácter regional, participaron en las ponencias de los temas, dos obispos y dos parejas de matrimonio, conocedores de la realidad de la juventud y el noviazgo, por eso sus temas encendieron el corazón de los asistentes.
El primero en exponer fue Mons. De La Rosa y Carpio, arzobispo de Santiago de los Caballeros, y Gran Canciller de esa cincuentenaria universidad, se titulaba: “el noviazgo y la Familiaris Consortio”. Mons. De La Rosa, sostuvo las Diez Afirmaciones, que desde su punto de vista, tiene un noviazgo, su modo de abordar el tema fue dinámico, profundo, y elocuente. Hubo historias y anécdotas para ilustrar su valiosa charla.
Mons. De La Rosa afirma, que es un error, cuando los novios deciden acercarse con el lenguaje del cuerpo, antes que el lenguaje de la palabra. Acostarse no es el camino, y que el hombre que respete a su pareja, nunca pide una prueba de amor. En una ocasión una pareja de novios cristianos, se le acercó, expresándole: “queremos vivir la fe como se debe, pero estamos en un ambiente que nos insinúa a tener sexo”.
Continuaba diciendo el disertante que el noviazgo comporta tres etapas ineludibles:
a) Preparación,
b) Realización y,
c) Mantenimiento.
El primer paso el de la Preparación, ya lo expresa la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II. Una comunidad de amor y de vida necesita una preparación seria. No se improvisa ninguna profesión, cuánto menos la del hogar. Esta preparación debe ser Remota y Próxima. La remota arranca del hogar paterno, allí el niño aprende cultivar los valores, los hijos deben sentirse que sus padres le aman. Y la próxima consiste en el conocimiento de los deberes y obligaciones matrimoniales, que hoy en día se ofrecen a los novios en los cursos y encuentro prematrimoniales.
La Realización a través del diálogo, el conocerse, y finalmente, darle Mantenimiento a la relación con los detalles, como necesita el jardín del agua, así también los novios, un ramillete de flores, palabras y muestras de cariño, etc.
El noviazgo debe desarrollarse en un clima de libertad, basado en la verdad, y como fundamente el amor. La amistad entre los novios es básica, así se crece en confianza. El que ama mueve montaña, incluso para el que está enamorado todo es posible.
Felipe de Jesús Colón Padilla