Julio Vasquez.

Radio Renacer

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lunes, 29 de octubre de 2012

«Cuando una mujer está firmemente arraigada en el Señor y ama a su Iglesia, es escuchada»

La responsable de la Oficina para la Mujer del Pontificio Consejo para los Laicos, Ana Cristina Villa Betancourt, pide a las mujeres a seguir poniendo sus dones femeninos al servicio de la Iglesia. Betancourt asegura, en una entrevista concedida a Aci Prensa con motivo de la reciente declaración de Santa Hildegarda de Bingen como Doctora de la Iglesia Universal, que «no hay distinción entre hombres y mujeres a la hora de quien recibe los dones de Dios».

(ACI) Santa Hildegarda de Bingen fue una religiosa benedictina que destacó en su época por conocer y cultivar la gran mayoría de las artes conocidas en su tiempo. Fue escritora, música y compositora, cosmóloga, artista, dramaturga, sanadora, lingüista, naturalista, filósofa, poetisa, consejera política. Además, tuvo numerosas visiones místicas reconocidas por el Papa. En una entrevista concedida a ACI Prensa, la responsable de la Oficina para la Mujer del Pontificio Consejo para los Laicos alienta

«a cultivar el ejemplo de esta santa mujer, con un profundo espíritu eclesial. Alimentando la reflexión y el estudio con la oración y la vida litúrgica y mirando a la tradición de la teología y la mística medieval, para que las mujeres podamos cultivar la teología y poner nuestros dones femeninos al servicio de la teología y de la Iglesia en nuestro tiempo».
El pasado 7 de octubre, el Benedicto XVI colocó a Santa Hildegarda junto a San Juan de Ávila en la pequeña lista de Doctores de la Iglesia, por su aportación innovadora al camino de la santidad, por la amplitud de su saber, y su intervención en las problemáticas de la religión en su tiempo permaneciendo siempre fiel a la Iglesia. Benedicto XVI ha llamado la atención sobre Santa Hildegarda en numerosas ocasiones, recordando que fue consejera del Papa y los obispos de su época, alentando a imitarla también hoy día. Ana Cristina Villa explicó que el papel de la mujer en la Iglesia es fundamental y complementario al del hombre:
«cuando una mujer está firmemente arraigada en el Señor, y ama al Señor y ama a su Iglesia, es escuchada, es acogida, no hay distinción entre hombres y mujeres a la hora de quien recibe los dones de Dios, y una mujer santa puede además traer la particularidad de sus dones, de su manera de acoger al Espíritu Santo».
Santa Hildegarda era una mujer con muchos dones del Espíritu Santo, era una mujer cultivada, pero nunca consideró sus dones como algo propio y privado, sino que los puso al servicio de los demás. Según Benedicto XVI «en eso mismo, se ve la autenticidad del don que ella recibió», expresó. En el Año de la Fe,
«espero que Santa Hildegarda de Bingen nos enseñe a servir y a amar a la Iglesia con todo nuestro ser, con todos nuestros dones, con todos los talentos que Dios nos ha dado, con todo nuestro corazón, con toda nuestra energía, a no dejarnos desanimar por las cosas que no todos ven bien, o que deberían ser diferentes según nosotros, sino seguir amando, seguir entregándonos, y haciendo cada uno lo posible en nuestro lugar».
«Su tiempo no fue un tiempo fácil, había controversias, temores, corrupciones, dificultades, pero ella mantuvo los ojos fijos en el Señor, mantuvo su corazón fijo en servirlo a Él y a la Iglesia, y se entregó con todo su ser. Eso es un aliento, es un modelo que también debemos afrontar en este tiempo, a pesar de los desafíos y las dificultades».
Santa Hildegarda, «es ejemplo para todas las mujeres católicas», concluyó.