No creo en la socorrida tesis -de políticos- de que la violencia y la delincuencia, van pareja al desarrollo y a la modernidad de los pueblos. Más bien, me inclino a creer que la violencia cuando llega a ser pandemia refleja otra patología más próxima a la psiquiatría y a los malos ejemplos públicos que a la mera génesis socio-económica de raigambre histórica-estructural, sin dejar esta última de explicarla en el contexto del todo.
Pongamos un ejemplo: ¿Por qué en Centroamérica -se dijo por mucho tiempo- la violencia (que demanda: pandillas, armas de fuego, drogas y complicidad) fue una de las fuentes de acumulación originaria de capital de la clase política y cierto sector empresarial? Por igual, ¿Por qué, en nuestro país, lo ha sido también el problema eléctrico? De esa noria-negocio (del problema eléctrico nacional), no hay PRSC, PRD ni PLD que salga ileso. Es mas, son tan poco los agraciados “técnico-político”, que con tres nombres -aunque no el abanico de beneficiarios conexos-subterráneos- se despejaría un secreto a voces.
Otro ejemplo, para acortar el cuento, generador de conflictos, traumas, monopolios, malversación de fondos públicos, inequidad y negocio redondo, es el engavetamiento de la ley de partidos políticos -que duerme el sueño eterno en el Congreso- para regular, fiscalizar y adecentar la vida orgánica-institucional de los partidos políticos y las campañas política-electorales. Sin embargo e inexplicablemente, cada mayoría parlamentaria (PRD-PLD) significa posposición asegurada. Algo inaceptable.
De la corrupción pública o privada, ni se diga: es histórica-endémica.
Entonces, ¿Qué papel estarían jugando los anteriores patrones conductuales de la clase política y empresarial, en la espiral de violencia socio-intrafamiliar que azota el país hoy día? Desde mi percepción (de simple miembro de un partido político en donde solo existe la jerarquía, como en los demás del sistema), tal pandemia de violencia, solo se explica como una reacción psico-social ante un sistema político-jurídico que no sanciona a su claque dirigencial (políticos-empresarios) cada vez que vulneran las leyes o hacen corrupción ya sea pública o privada. Esa impunidad entre clases dirigentes (y poderes fácticos), hace que la violencia socio-intrafamiliar crezca horizontalmente, pues no habiendo sanción, ni oportunidades de trabajo ni de acceso a estudios universitarios ni técnico, el espejo (¡el ejemplo!) de lo fácil, rápido y sin castigo se impone.
Ahora bien, la violencia intrafamiliar y de pareja tiene otro componente: el educativo-cultural. Y no es posible explicárnoslos desde otra perspectiva, pues, ¿cómo es posible que un esposo (o pareja) mate a su esposa e hijos, que un hijo mate a su padre, madre, hermano u abuelo por veinte pesos, que un amigo mate a otro amigo por un trago, o la deuda de cien pesos? ¿Qué sentido, o qué valor tiene la vida humana en una sociedad que genere este tipo de violencia? Sin duda alguna, que la sociedad dominicana está signada por una serie de causales históricas-estructurales enraizada en su sistema educativo, de justicia y de partidos políticos.
Y por último: ¿de dónde diablos, le viene al macho dominicano, ese sentido de pertenencia-objeto (¿no habrá contribuido aquella leyenda religiosa sobre el origen de la mujer? Creo que no) de su esposa o mujer, e hijos que, incluso, le da licencia para asesinarlos? ¿O es que no se enteran que ni siquiera el Emperador Napoleón -si la razón fuere la infidelidad-, escapó a los cuernos? O más universal: ¿por cuantos siglos, los ‘machos’, no fuimos los mas “pega cuernos” del universo?
Por ello, es urgente la implementación de un nuevo currículo educativo (que procure otro prototipo de ciudadano), de un nuevo sistema judicial que de verdad se ponga la venda (porque el que tenemos ni redecilla usa); y, sobre todo, un sistema de partidos políticos con actores (dirigentes) menos corruptos y más éticos.
En definitiva, creo en los buenos ejemplos y en las instituciones. Si hay líderes políticos y empresariales éticos (poco, pero los hay), sistema de justicia creíble y de aplicación estricta de la ley sin distinción de clase o abolengo, escuelas para educar en valores y saberes, y partido políticos dirigidos y orientados a servir y a ceñirse al cumplimiento de la ley y de sus ofertas programáticas, entonces, los demás actores: los ciudadanos (los que pagan impuestos) seguirán el buen ejemplo y no estarán tentados u obligados ha salirse de la norma establecida, so pena, el castigo que deberá ser para todo el que infrinja (casi siempre una minoría) la ley y que es inevitable que suceda en cualquier sociedad.
De modo que el problema de la violencia socio-intrafamiliar, a mi modo de ver, es cultural; pero también, político-jurídico-social: lo genera la impunidad, la inequidad y un sistema de partidos políticos que hay que someter al imperio de la ley; y ésta última a su vez, a su esencia última y sagrada: su aplicación estricta e insobornable. Para ello, por supuesto, hay que invertir los roles: los partidos políticos y los empresarios (al igual que todos los ciudadano) han de estar por debajo de la ley, y no como acontece.
Mientras eso no suceda, que siga el entierro….
No obstante y desde una perspectiva más esperanzadora, el Presidente Danilo Medina, es nuestra última apuesta. Lo puedo jurar.
Postdata: Una pregunta tonta: ¿Cuántos miembros de los partidos políticos -y en el poder- y de aquellos “hacedores de opinión” (periodistas, sociólogos, intelectuales, poetas y politólogos) asalariados de los monopolios periodísticos, se atreven a decir o, a escribir sobre estas verdades de los partidos políticos (sus jerarquías) y de los empresarios. ¿No que son independientes, librepensadores y que ocho cuantos mas? ¡Cuentos chino!, pues.
Autor: Fco. S. Cruz