La criminalidad de nuestro país avanza como una carrera, cada día existen formas nuevas de cometer sus delitos y crímenes, no existen límites para frenar al delincuente. No existen lugares que no escapen de las manos de los delincuentes, no importa la residencia donde se encuentre, la protección que exista o el dinero invertido en seguridad, cuídese que las manos delincuenciales les pueden llegar a tocar, pero existen otros tipos.
Y esos delincuentes son los que penetran a cualquier hora, cualquier lugar y no importa las condiciones de seguridad que se encuentren los bienes y las personas, pero existen otros delincuentes que todos los vemos, los escuchamos, y se pasean como pajuiles enamorados, y disfrutan de todas las condiciones como príncipes, y son los muchos funcionarios que todos conocen, todos los ven y todos saben quiénes son, pero nadie dice nada, nadie hace nada, y todos le celebran los chistes y los cuentos que simplemente se disponen a hacer. Así está nuestro país.
Nuestro país se encuentra agarrado de las manos de esos funcionarios y políticos, que tienen los controles del Estado, y manejan a su discreción los destinos que ellos quieren para la mayoría. ¿Puede un país avanzar así? Seguro que no, pero vamos camino a pasar cuatro años más de gobierno, sin ver ningún cambio positivo, y estancado en el presente, sin avanzar para el porvenir del futuro. Observar una persona o un grupo de personas ostentar una fortuna de más de mil millones de pesos, de la noche a la mañana, es algo que sale de lo común, normal y ordinario, debe ser digno de sorprender, y aquí es algo que no causa sorpresa.
Coincidencia de que esa persona o grupos de personas, diez o quince años atrás no tenían nada, ni por su trabajo, ni por herencia, ni por familia adinerada, ni por negocio, ni por su profesión, le permitían obtener la riqueza que exhiben, esa persona o grupo de personas pertenecen a la clase política, a la clase de funcionario o ex funcionarios, a un determinado partido y a un periodo de tiempo determinado, básicamente en la gestión gubernamental de su partido. Y nuestro pueblo no cuestiona. Y logran fortuna cuestionada, que en cualquier país civilizado por las dudas, permanecerían sus bienes embargados hasta una filiación de tercer grado.
Pero nuestro país, la delincuencia vulgar, la delincuencia de cuello blanco, y la indiferencia de las autoridades, siguen permitiendo que nuestro país sea tierra de nadie, o más bien, tierra de los gobernantes. Una simple evaluación del panorama político dominicano puede llevar a pensar, que aquí no existen partidos de oposición, políticos con visión, líderes con posibilidades de hacer cambios positivos, o un grupo de personas interesado en buscar algo nuevo y mejor para la mayoría de los dominicanos.
Cuándo es que le vamos a poner un freno a la corrupción gubernamental, a la inseguridad, y a muchos males, se casará con la gloria el día que un presidente dominicana decida tomar y hacer las medidas correctas y sin vacilación, de lo contrario, seguiremos soñando despiertos.
Ramón Antonio Veras (hijo).