Al parecer, quienes ahora nos gobiernan, saben que las cosas siempre se pueden poner peor, por experiencias que suceden en la actualidad en países vecinos; también sedan cuenta que, el inicio a la solución de los problemas es la toma de conciencia de los mismos, encarando retos y limitaciones para poder superarlos, como el tema de la educación, por ejemplo.
La educación es importante, primero porque ayuda a que toda persona tenga más conciencia entre el bien y el mal. Hay personas que pueden ser muy buenas, pero su ignorancia los lleva a cometer los crímenes más inhumanos.
Lo segundo es que, las sociedades cosmopolita como tiende a ser la nuestra, heredan numerosos vicios y generan muchos monstruos, producto en muchas ocasiones por las faltas de políticas públicas que permitan a cualquier ente social encontrar respuestas a sus necesidades, ya sea en lo social, económico, cultural, espiritual, etc. Ya tenemos los sicariatos, femenicidios y suicidios, secuestros, asesinatos hasta por cosas insignificantes, los ejemplos sobran.
Por otro lado, nuestros líderes empresariales deben empezar a reflexionar seriamente, de cara al futuro de sus propios intereses, de lo que puede ser, a mediano y largo plazo, la competitividad de sus empresas, ante una economía y comercio cada vez más globalizados.
Igualmente los líderes políticos deben proyectar a futuro la necesidad o no de la existencia de partidos políticos, ya que en la actualidad, su mayor activo es la promoción del clientelismos y la amenaza de que, esta situación, podría llevar a nuestro país a la negación de un Estado de Derecho y a la no credibilidad institucional a corto plazo.
Nuestras instituciones, tanto las públicas como las privadas, tienen que cambiar, deben volver a ser más directas, más sinceras y transparentes hacia quienes deben su razón de existir y para lo que fueron originariamente creadas, similar deben hacer los políticos con una ley de partidos que contribuya con la conformación de gobiernos menos comprometidos con intereses particulares y si más con las necesidades sociales de los sectores más excluidos de los beneficios de los fondos públicos. Eso entre otras cosas es lo que necesitamos los dominicanos para salir del hoyo en que estamos.
Necesitamos que nos devuelvan la fe, no en Dios que es suficiente, sino en los hombres y sus actos; no queremos más circo necesitamos pan para nuestros hijos, ansiamos encontrarnos con nuestras raíces y recuperar aquel negro cimarrón que se sublevo en las montañas contra la corona. Necesitamos que nos curen la rabia, producto de tantas desigualdades, no con balas ni falsos intercambios de disparo, sino con educación, con empleos y oportunidades de crecer. Hay que lapidar a tantos perversos vampiros de nuestras ignorancias y limitaciones.
Autor: Ebert Gómez Guillermo