De la misma manera como en noviembre del 2010, cuando aún no se conocían de quienes habían intentado asesinarme, mientras lo único que se escuchaba eran los ecos de los bocinas de ciertos periodistas y comunicadores, que regaban la idea de que el hecho cometido contra mí era fruto de un asunto de “faldas” o por “chulería”. Fue cuando ese mes ya mencionado, que recuerdo la llamada de mi padre, estando fuera del país, de que ya se había develado la trama y que se tenían pruebas fehacientes de quienes, a parte del autor intelectual, Adriano Román, habían tomado parte en la trama.
En ese entonces recuerdo que vino a mi mente, y ya lo he dicho antes, lo que expresan las Escrituras, cuando expresan: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libre”. Si libre de tantas mentiras, infamias, injurias, inventos, que fueron bien pagos, pero que crearon malestar por la forma en que se utilizó la mentira. Libre porque se conocía efectivamente cuál había sido el motivo y el móvil llevado a cabo nueva vez, por un criminal atípico, como lo es Adriano Román, que intentaba escudarse en toda la mentira para evitar que se supiera sobre su nueva inventiva criminal.
Esa misma sensación la sentí, cuando la semana próxima pasada, me enteré por la prensa de que el interno y condenado, Adriano Román, había atentado contra la vida de un ciudadano holandés, cuando le fue con un objeto punzante en el pecho y siendo citado por este hecho. Asimismo, luego de la inminencia, el propio atacante, amenazó a un miembro de la autoridad del recinto penitenciario Rafey Hombres, en este caso, al subdirector de dicho recinto, con matarlo, pero no por medio de sicarios, como sucedió en mi caso y el de doña Miguelina Llaverías, sino como hizo con su finado hermano Pablo Román en el año 2005, cuando por asuntos de herencia, intentó asesinarle, con choques eléctricos y tirándole ácido del diablo, todo esto, cuando se apareció a la vivienda donde residía su hermano de padre y madre y tan pronto abrió la puerta, Adriano Román, le dijo a Pablo Román: “Toma este regalito que te traje”.
Este hecho con su finado hermano Pablo, era pues, otra acción, como pretendía hacerlo con el holandés y al miembro del Penal que amenazó, porque así como el utiliza el sicariato como arma cuando está detenido, asimismo, utiliza sus propias manos para llevar a cabo un hecho, si le dan esa oportunidad.
En la prensa de la semana pasada, salió publicado lo que Adriano le dijo al subdirector de Rafey Hombres, al amenazarlo, de la forma siguiente: “que no iba a morir de fiebre en su cama y que no lo iba a mandar a matar, que él mismo lo iba a matar”.
Todo esto que ocurrió como fue descrito, comenzando por el ciudadano holandés y siguiendo por la amenaza al sub director, no es más que la demostración del carácter violento, atípico y frío del interno y condenado Adriano Román. Esto es una verdad que se rige por los hechos nueva vez, porque si alguien tenía alguna duda, que pudiera pensar que todo lo expresado contra la persona de este imputado, era una mera casualidad o un invento o que porque a alguien le tomó con él, sino que ese es su proceder criminal y no otro.
Nueva vez, la verdad hace libre a quienes hemos sido víctimas de Adriano, y demuestra que se ha tenido razón en negarle todo intento de prisión domiciliaria, porque si es peligroso en el Penal, que no lo será estando fuera del mismo. Los hechos reciente que he narrado, demuestran lo atípico como criminal del imputado y demuestran que la verdad, hay ocasiones que tarda en llegar, pero cuando la misma sale a relucir, es contundente. Ahí están los hechos y no se derriten, y hablan por sí solos, como la verdad.
Lic. Jordi Veras.