Esta historia nos traslada a uno de esos misteriosos desiertos de Arabia en el que un anciano, que no sabía de letras, pasaba las noches en claro orando fervorosamente.
Su fama se extendió a los cuatro vientos y un buen día el poderoso jefe de una gran caravana lo llamó a su presencia:
--¿Por qué oras con tanta fe? ¿Cómo sabes que Dios existe, cuando ni siquiera sabes leer?
--Oh mi gran señor, conozco la existencia de nuestro Padre Celestial por las señales que deja. Cuando usted recibe una carta de alguna persona ausente, ¿cómo sabe quien le escribió?
--Por la letra.
--Y cuando recibe una joya, ¿cómo sabe quien la elaboró?
--Por el cuño que estampa el orfebre.
--Cuando en la noche oye pasos de animales alrededor de la tienda, ¿cómo sabe al día siguiente si fue carnero, caballo o buey?
--¡Por las huellas!
--Señor, aquellas señales allá arriba… ¡no pueden haber sido dejadas por los hombres!
Y así fue como el orgulloso jefe, lágrimas en los ojos, arrodillado en la arena, comenzó a orar.
Recuerda siempre que a Dios lo encuentras cada clara mañana, cada día que transcurre con el calor del sol o la lluvia mojando la hierba… Lo encuentras cuando alguien se acuerda de ti, o te considera importante, cuando alguien merece tu cariño o cuando alguien te bendice con amor.
Y así como las obras de los hombres necesitan ser firmadas, --el autor su libro, el pintor su cuadro, el compositor su música--, las obras de Dios no requieren firma porque nadie más puede realizarlas.
Entonces, cuando ya no puedas más. Cuando veas que todo sale mal y solamente veas nubes oscuras…
Cuando sientas que estás solo en este mundo, incluso cuando estés tentado de creer que Dios se ha olvidado de ti…
Recuerda que Él a tu lado está, junto a ti siempre ha caminado, sus huellas siempre están junto a las tuyas, y si no le sientes ahí, es porque te has alejado, porque no le das oportunidad de hablarte, porque siempre estás muy ocupado, tal vez porque te has cansado, o simplemente porque eres humano y te has equivocado.
Pero hoy es el día para levantarte, el día para volver, la oportunidad de mejorar, de reiniciar tu camino.
Busca en tu corazón y encontrarás un vacío con forma de Dios, tan inmenso como Él mismo, y es por eso que no has podido llenarlo.
No estás solo, eres valioso para Dios, solamente es que te falta una parte muy importante en tu vida.
¿Deseas ser completo? Permite a Dios entrar en tu corazón, y hasta entonces, sólo hasta entonces, verás que siempre te ha acompañado y a tu lado ha caminado.
Quítate tus cadenas, tus rencores, odios y resentimientos para que puedas caminar
libre al lado de tu Creador…
Mereces ser feliz… para eso fuiste creado.
Y recuerda la historia del jefe de aquella caravana que encontró a Dios en la inmensidad del desierto, y el humilde viejo árabe analfabeto que supo mostrarle sus señales…
Juan Rafael -Johnny- Pacheco /casadeluzjn812@gmail | ACTUALIZADO 06.10.2012 - 12:11 am
Bendiciones y paz.