Julio Vasquez.

Radio Renacer

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jueves, 6 de noviembre de 2014

Poder + corrupción = pobreza

Esta es la ecuación que sumerge en la más espantosa pobreza al mundo de hoy. El término corrupción proviene del vocablo latino “corrumpere” que quiere decir “echar a perder”. Muchos términos se han utilizado como sinónimo del mismo, tales como alteración, depravación, descomposición, perversión, putrefacción, vicio, soborno, entre otros.
   
 La corrupción es un fenómeno político, social y económico mundial que la opinión pública percibe como enriquecimiento ilícito utilizando los recursos y resortes del poder.
    
Es un problema que afecta a todos, las injusticias, los engaños, los abusos de cualquier índole ya sea económico, político social van en contra de la dignidad de la persona humana que exige ser respetada. Es decir que poder más corrupción es igual a pobreza.
    
Como podemos ver cada día  las injusticias provocadas por la corrupción ponen en juego la credibilidad de un gobierno, de la autoridad política que tiene a su cargo una nación, por lo que genera la ingobernabilidad de un país y ocasiona problemas sociales como la delincuencia.
    
La corrupción socava la legitimidad de las instituciones públicas, atenta contra la sociedad, el orden moral y la justicia, así como contra el desarrollo integral de los pueblos.
    
Los sobornos, las "mordidas", el nepotismo y la malversación de fondos se encuentran afectando los derechos de las personas; actividades ilícitas que se consideran dentro del derecho internacional para ser atendidas.
    
Terminar con la corrupción no ha sido ni será una tarea fácil, pero es responsabilidad de todos crear una cultura de honestidad y transparencia en el mundo.
   
 Si alguna vez que ha pensado que no vale la pena buscar la integridad y la santidad en su vida, porque ve que los malos no reciben su merecido, sino que andan muchas veces en la desfachatez de la impunidad, quiero recordarle que el Manuel de Vida, la Biblia, Dios mismo nos ratifica que hay enorme recompensas para el hombre de bien.
    
Aquel que confía plenamente en Dios, y busca agradarlo, se guarda del mal, retiene su integridad, se mantiene intachable e irreprensible delante de los hombres y delante de Dios, podrás disfrutar de estas extraordinarias bendiciones, como señala la obra “Llamado a la Confianza”.
    
1.- PROTECCIóN: Dios mismo le brindara su protección y su ayuda. Le defenderá y le mantendrá seguro, a salvo de cualquier cosa que pueda dañarle. Su presencia le guiara, le dará calor y le iluminara. No se perderá, no temerá, estará seguro.
    
2.- GRACIA Y GLORIA: Lo pondrá en alto para que sea luz en medio de la oscuridad, para que glorifique a Dios con sus acciones. La convertirá en un instrumento útil en sus manos para llevar bendición a vidas, familia y naciones enteras.
    
BENDICIóN INTEGRAL: No faltara la bendición de Dios que enriquece, prospera y multiplica todo lo que toca. Esta se refiera no solo a bienes materiales, sino a riquezas de carácter integral: Vida espiritual, salud psíquica y emocional, unidad y armonía familiar, respaldo laboral y  fortaleza física.

GOZO EN SU CORAZóN: Su corazón experimentara la paz al estar en armonía con la perfecta voluntad de Dios. Un regocijo profundo y sobrenatural inundara a su ser. A pesar de las circunstancias, tendrá la capacidad de ser feliz.
    
Por el contrario, el Señor advierte a todos aquellos que desviando su camino, pretenden prosperar a través de la violencia, el soborno, la corrupción y otras actividades ilícitas que hoy conocemos.
    
Aunque por un tiempo las cosas les resulten bien, tarde o temprano caen, son despojados de todo, tienen que huir de sus tierras y dejar a sus familias, y lo que es peor aún, se convierten en vidas sin trascendencia eterna, de repente desaparecen y nadie desea acordarse de ellos.
    
Estos son los frutos de la integridad que Dios nos da. “Porque sol y escudo es Jehová Dios.  Gracia y gloria dará Jehová. No quitara el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía”, Salmo 84: 11-12.
    
Y la gran advertencia: “No os engañéis, dios no puede ser burlado: pues todo  lo que el hombre sembrare, eso también segará” Gálatas 6:7.

Rafael Baldayac