En este otoño del 2014 se cumplieron 75 años del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la mayor y más cruel de todas las guerras conocidas hasta el momento por la humanidad, la cual se inició en el año 1939, y en la que para la primavera del 1940 ya la Alemania Nazi se encontraba en la cúspide de la victoria total; aunque, como se era de esperar, el resto de la civilización, de forma ambrienta, pedía una reacción militar armada.
Cuando Winston Churchill fué juramentado como primer ministro de Gran Bretaña, el 10 de Mayo de 1940, el mismo día en que las tropas de Adolfo Hitler comenzaron su ofensiva contra Bélgica, Holanda y Francia, su poder politico en el Parlamento Británico era muy debil, ya que el saliente primer ministro británico, Neville Chamberlain, permaneció como miembro del Consejo de Guerra, y con sus aliados controlaba la maquinaria del Partido Conservador.
Pero la prueba de fuego de Churchill no tardó en llegar, y el 24 de Mayo de 1940, después de dos semanas de aterradoras noticias sobre los resultados militares, el Secretario de Relaciones Exteriores británico, Lord Halifax, quien era una poderosa figura en el Partido Conservador, presentó una sorprendente propuesta al Consejo de Guerra: "Gran Bretaña debe iniciar las negociaciones de paz con los Nazis".
Argumentó que mientras más se dilataran para iniciar esas negociaciones, más debil se iría convirtiendo el ejercito británico, y advirtió que las tropas de su país en Francia estaban a punto de ser aniquiladas.
Churchill, sabiendo que no tenía el poder político para enfrentar y vencer a Halifax, respondió con una poco común circunspección. Se enfrentó a Halifax, evitando que Chamberlain, quien ya se veia llegando a un acuerdo aceptando la propuesta del Secretario de Relaciones Exteriores, se pusiera totalmente de su lado. Así el liderazgo de Churchill empezó a crecer y mantuvo a Inglaterra en la guerra, a pesar de que todo parecía que la derrota era inminente, pues el ejercito francés, reconocido en aquel entonces por los observadores con mayores conocimientos, incluyendo los generales del ejercito alemán y por el dictador soviético Joseph Stalin, como el más poderoso del mundo, estaba colapsando.
Ningún otro líder británico, en la primavera de 1940, hubiera mantenido a Inglaterra en la guerra. Churchill no tenía la confianza en los demás miembros del Parlamento Británico, y sabía que Chamberlain tenía el poder para hacerlo saltar del puesto de primer ministro, aunque éste no pudiera asumir el cargo nuevamente. Pero en una advertencia sobre un posible retiro de la guerra Churchill dijo: "Si caemos ante los nazis, entonces el mundo entero caerá, incluyendo los Estados Unidos, incluyendo todos los países que conocemos y hemos cuidado de ellos; todos caeremos en un profundo abismo de una era oscura y siniestra, solo iluminada por luces de una ciencia perversa".
Si Gran Bretaña no hubiese estado en la guerra, cuando Hitler invadió Rusia, los Estados Unidos no le habrían facilitado las indispensables ayudas que les brindaron a los soviéticos. Políticamente no hubiese sido factible. Alemania y, por su extensión, Japón hubieran dominado al mundo. Pero Churchill triunfó, primero en la batalla interna frente a los demás miembros de su gabinete de guerra, y luego con el triunfo de los aliados y el mundo occidental frente a los nazis y a los japoneses.
Charles Krauthammer, en su libro Cosas Importantes, donde presenta una fascinante colección de sus columnas y ensayos, tiene un capítulo titulado "Winston Churchill: El Hombre Indispensable"; y dice que sin Churchill el mundo estaría hoy irreconocible, oscuro, empobrecido y torturado. Por eso define a Winston Churchill como "El hombre del Siglo 20".
Por Silvano A. Rodriguez silvanordny@gmail.com