Agradezco profundamente a Dios, el hecho de haberme llamado a participar del sacerdocio de Jesucristo.
El pasado miércoles 5 de noviembre, cumplí, junto al muy querido Padre Edwin Alonzo Méndez, 20 años de vida sacerdotal. Recuerdo aquel memorable día como ahora. Se celebraba el día del Catequista. Mons. Juan Antonio Flores Santana, quiso juntar ambas celebraciones. El mensaje fue el siguiente: un sacerdote, de algún modo, es fruto del trabajo catequético, y he aquí dos jóvenes que después de la enseñanza catequética, asumieron el compromiso de ser cristiano. Mientras el padre Edwin hacía su vida de fe en el populoso sector de Pueblo Nuevo, un servidor lo hacía en el Ensanche Bermúdez. Ambos prestamos servicios en el ministerio de monaguillos, de catequesis, y miembros de Pastoral juvenil. Es en el cultivo de la fe y el apostolado donde descubrimos la llamada de ser sacerdote. Se cumple la afirmación: la respuesta generosa y libre, la da una persona que haya vivido una experiencia de fe, y tiene grandes deseos de servir con amor magnánimo, celo pastoral, y entrega abnegada al pueblo santo Dios, que peregrina en la Arquidiócesis de Santiago.
Surge entonces una gran pregunta: ¿Por qué ha descendido la vocación al sacerdocio? y la respuesta, entre otras, es que la familia actual se ha debilitado. El giro dado al patrón familiar tradicional, no ha favorecido a que el adolescente/ el joven se pregunte delante de Dios, si ha sido o no llamado al sacerdocio. No es igual crecer en el seno de una familia que se practica la fe católica, participan de la eucaristía, que se reza el Santo Rosario, que se cultivan los valores de la verdad, de la honestidad, de la caridad y de la justicia, al contrario de una familia, donde todo queda reducido al éxito material, acumulación rápido de dinero, sin importar los medios, casarse para tener los hijos jóvenes. Como se puede ver, son dos escenarios distintos.
Otro factor, de descrecimiento vocacional, es que el número de divorcio es cada vez más creciente. Aquí el cuadro psicológico del niño/adolescente/joven, puede resultar más complicado, pues está demostrado que la separación de los padres genera traumas en los hijos, y si esos traumas no son tratados por un profesional, el joven crecerá con serias deficiencias de la conducta humana. Una de esas deficiencias es una Infancia problemática por culpa de una privación de afecto, con heridas y carencias varias, o al contrario de una excesiva gratificación emotiva que lleva al joven inmaduro a sentirse siempre necesitado de protección y calor. Y es precisamente ese deseo de protección y de calor, que lo lleva a “amoríos”, a temprana edad, a tener relaciones sexuales prematrimoniales, con el riesgo de posibles enfermedades, embarazos a destiempo, y abondo de la formación académica, del deporte y de las artes.
Cuando se crece en la pobreza del entorno familiar de origen o, más en concreto, por la ausencia física o psicológica de los padres, o de uno de ellos, las consecuencias es, un joven con actitudes egocéntricas, y al no experimentar una madurez acorde a su edad, descubrimos un joven con registro civil de un adulto, pero su conducta ha involucionado, y estamos frente a un persona con la psicología de un adolescente, que no quiere asumir responsabilidades, incumplidor, superficial e inconstante. Inicia un proyecto pero no lo termina. Si no corrige estas actitudes, no podrá asumir las obligaciones esenciales del matrimonio, tampoco será un buen sacerdote, ni un profesional apegado a la ética y a la moral.
No obstante a lo dicho anteriormente, Dios sigue llamando. El Padre Creador, esta consciente de nuestras limitaciones, heridas y pecados. Su misericordia es grande, y está dispuesto a acogernos para hacernos dispensadores de su gracia. “Vivamos con gozo nuestra llamada”, es lema de la Semana vocacional 2014, que ha de celebrarse del 9 al 16 de noviembre, en el marco del Mes de la Familia. Yo estoy alegre de la llamada y realizado como sacerdote. ¡Tú también puedes ser un santo Sacerdote, anímate!
miércoles, 12 de noviembre de 2014
El sacerdocio es una vocación: ¡descúbrelo!
7:02 a. m.
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