Solemos decir que mientras haya salud hay todo, y es cierto, la salud es un estado de bienestar o de equilibrio que puede ser visto a nivel subjetivo: la persona se siente bien, o a nivel objetivo: la persona realmente está bien, no tiene ninguna enfermedad que le afecte. La salud es un recurso para la vida diaria, no el objetivo de ella. Pero la salud no se puede reducir a lo físico, ni siquiera a lo mental, emocional y psicológico, también nuestra alma necesita estar sana y es de esa salud que brotará la fuerza para afrontar las dificultades, incluidas enfermedades, dolencias, sufrimientos o pérdidas.
La salud del alma es tan importante como la mental, emocional y física. Si nuestro ser está aferrado al resentimiento, a experiencias dolorosas, falta de perdón y aceptación de lo que somos y tenemos, será muy difícil que logremos dar el paso hacia un equilibrio integral que nos conduzca a la felicidad, no solo momentánea o ficticia, porque ésta se consigue con satisfacciones artificiales, como las drogas, el alcohol, el ruido, el sexo, las frivolidades, el llenarse de cosas, comer...
Aunque usted no lo crea sólo Dios puede sanarnos total y profundamente, porque él nos conoce y acepta como somos, nos ama y está dispuesto a acompañarnos en las buenas y en las malas. Él siempre está, y es esta presencia real y verdadera que nos da confianza y seguridad, que nos llena de esperanza y nos mueve a actuar con alegría, generosidad, fe y caridad en el servicio a los más necesitados.
Lo más importante para tener salud integral es perdonarnos y perdonar, aceptar que las cosas suceden y que muchas de ellas no dependen de nosotros y no podemos controlarlas, pero las que estén en nuestras manos las vamos a afrontar con la gracia de Dios. Sólo Dios puede sanar esas heridas profundas que están en nuestra alma.
He leído la entrevista a Ingrid Betancur, colombiana, en la “Revista Semana”, al celebrarse cinco años de la operación “Jaque”; en la cual fue rescatada de la FARC. “Si tuviera que resumir en una imagen lo que viví, pienso en un estadio totalmente oscuro, donde uno ni siquiera puede verse las manos, y de pronto alguien prende una vela. Y esa lucecita pequeña llena todo el estadio. Eso para mí es lo que sucede cuando se enfrenta la crueldad, la maldad, los abusos, las humillaciones -que son la oscuridad- con esa pequeña luz que es el amor. El amor que se puede tener por unas personas que están en una situación horrible, pero también el amor que le llega a uno del pasado, de saber que fue amado por sus hijos, su padre y su madre. Uno de los descubrimientos importantes de mi vida ha sido entender que siempre hay esa esperanza. Siempre se puede ver la vida de otra manera”.
Aprovechamos para felicitar a Radio Luz, por sus diez años de servicio evangelizando a través de la Radio y a todos aquellos que colaboran ofreciendo su servicio voluntario y gratuito.
martes, 2 de julio de 2013
La salud va más allá de lo físico
10:22 a. m.
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