El deterioro de esta sociedad es tal que lleva a muchos de sus miembros, en sus frustraciones y desesperanzas, a resolver los conflictos internos de la pareja, con el asesinato. Esta es una situación que se ha agravado en los últimos días. Sectores que se benefician de éste estado de situación lo simplifican a la negación del machismo a ceder. La lectura de no pocos casos extremos y el sadismo manifiesto en estos, nos dice que un malestar no tocado incide en el deterioro de la relación de pareja y los femenicidios.
El simplismo con que se trata este complejo problema no hace más que dar espacio a la profundización del mismo. La insistencia de ver el aumento progresivo de las muertes de mujeres por sus compañeros íntimos, sólo desde el punto de vista feminista, niega la participación y el compromiso de los hombres en este problema de todos.
Tal vez no sea la intención, pero, se hace ver y, a veces se expresa como que todos los hombres dominicanos son salvajes, locos y homicidas. Esta visión está muy alejada de la verdad. En la familia dominicana, o lo que debe ser la familia, hay muchos problemas que atañen a todos sus miembros. Juntos, sin atropellos, la sociedad debe abocarse al establecimiento de un pacto de armonía y convivencia familiar.
A pesar de todas las palabrerías, de no criar los hijos como se criaban antes, estas generaciones son más violentas que todas las que hemos tenido. La inter-relación a lo interno de la familia, están más que difícil. Las fricciones entre perros y gatos son más sencillas que las que se dan entre hombre-mujer, madre-hijos, padres-hijos. Los interferentes en estos contactos coronan y detonan problemas mayores que alcanzan la justicia y los medios de comunicación.
Los contactos hombre-mujer para formar pareja, son muy activos. A esta relación cada cual quiere ir a sacar ventajas, no a invertir. Por ahí alguien dijo que este grado de relación es un contrato económico. Se ha demostrado que cada cual quiere y presiona para conservar o ampliar las libertades que tenía antes del sagrado compromiso de vivir juntos. Sin duda esta es la principal causa de los conflictos hombre-mujer. Con los hijos las cosas son peores.
En vista de que cada cual quiere hacer lo que le viene en gana, surgen los problemas. Las ofensas, vejaciones y discusiones, no se dejan esperar. De ahí hasta las amenazas, volarse encima y aruñones, no se está muy lejos. Luego viene el ponerse guapos y que uno de los dos abandone al otro. Ese proceso se da, con varias reconciliaciones por el medio. Generalmente la mujer se cansa y adopta romper de forma definitiva la relación. El hombre que es criado con actitudes muy dependiente, al ver tal posición se resiste y al encontrarse desamparado, casi siempre, adopta la peor de las opciones.
En su pequeñez mental, el hombre botado, se le nubla el pensamiento y la poca razón que tiene se le desvanece. Llega el momento en que su única razón de ser, se convierte en su más grande tormento. Se carga de pensamientos negativos contra ese ser que adora, le rechaza y no está dispuesto a perder. Muerto internamente, en muchas ocasiones, decide eliminar a quien le produce tan hondo dolor. Así, decide acabar también físicamente consigo.
De los conflictos de la familia, los más perjudicados son los hijos. Hay sectores cuya única misión es atizar los conflictos hombre-mujer para demostrar lo malo que son los varones dominicanos. De esta forma justifican los recursos que reciben sus ONGs del exterior y el gobierno. Esto es más notorio si se observa que en ninguna de sus posturas abogan por relaciones familiares armoniosas y el entendimiento a lo interno de la familia.
Para la dirigencia del mundo occidental los valores sobre los que se fundó la sociedad, son caducos. Por esto sus ataques a la familia tradicional. Para esto exacerban los conflictos que allí siempre hubo, hasta hacerlo irreconciliables. Quieren crear, a la fuerza, un nuevo concepto de familia. En esta, la mujer y los hijos son sus componentes. El hombre, no está contemplado. De esta forma logran desperdigar y manipular a cada uno de sus componentes.
Es notorio que mientras se utilizan los problemas de parejas y éstos se separan, la contradicciones de clases de siempre, se agudizan sin darnos cuenta. Los miembros de la casa, pasamos a ser simple consumidores. La mujer, aún mas, se ha convertido en un instrumento de la moda, la cosmetología, la cirugía plástica; gastar y hacer gastar, parece que es su fin. En nuestro país, ciertas modas deforman su cuerpo. ¡A nadie le importa! ¡Tampoco importa el alto grado de separaciones, que crea en ellas volubilidad!
A un individuo obnubilado, con sus capacidades mentales castradas, en esos momentos, poco le puede interesar la severidad de una ley. Es hora de que el gobierno se aboque a rescatar lo que queda de la familia tradicional dominicana y elabore planes para hacer asimilables los nuevos elementos que lejos de cohesionar, disgregan la familia. A las iglesias, les toca trabajar, en el noviazgo, la preparación para la vida juntos.
El simplismo con que se trata este complejo problema no hace más que dar espacio a la profundización del mismo. La insistencia de ver el aumento progresivo de las muertes de mujeres por sus compañeros íntimos, sólo desde el punto de vista feminista, niega la participación y el compromiso de los hombres en este problema de todos.
Tal vez no sea la intención, pero, se hace ver y, a veces se expresa como que todos los hombres dominicanos son salvajes, locos y homicidas. Esta visión está muy alejada de la verdad. En la familia dominicana, o lo que debe ser la familia, hay muchos problemas que atañen a todos sus miembros. Juntos, sin atropellos, la sociedad debe abocarse al establecimiento de un pacto de armonía y convivencia familiar.
A pesar de todas las palabrerías, de no criar los hijos como se criaban antes, estas generaciones son más violentas que todas las que hemos tenido. La inter-relación a lo interno de la familia, están más que difícil. Las fricciones entre perros y gatos son más sencillas que las que se dan entre hombre-mujer, madre-hijos, padres-hijos. Los interferentes en estos contactos coronan y detonan problemas mayores que alcanzan la justicia y los medios de comunicación.
Los contactos hombre-mujer para formar pareja, son muy activos. A esta relación cada cual quiere ir a sacar ventajas, no a invertir. Por ahí alguien dijo que este grado de relación es un contrato económico. Se ha demostrado que cada cual quiere y presiona para conservar o ampliar las libertades que tenía antes del sagrado compromiso de vivir juntos. Sin duda esta es la principal causa de los conflictos hombre-mujer. Con los hijos las cosas son peores.
En vista de que cada cual quiere hacer lo que le viene en gana, surgen los problemas. Las ofensas, vejaciones y discusiones, no se dejan esperar. De ahí hasta las amenazas, volarse encima y aruñones, no se está muy lejos. Luego viene el ponerse guapos y que uno de los dos abandone al otro. Ese proceso se da, con varias reconciliaciones por el medio. Generalmente la mujer se cansa y adopta romper de forma definitiva la relación. El hombre que es criado con actitudes muy dependiente, al ver tal posición se resiste y al encontrarse desamparado, casi siempre, adopta la peor de las opciones.
En su pequeñez mental, el hombre botado, se le nubla el pensamiento y la poca razón que tiene se le desvanece. Llega el momento en que su única razón de ser, se convierte en su más grande tormento. Se carga de pensamientos negativos contra ese ser que adora, le rechaza y no está dispuesto a perder. Muerto internamente, en muchas ocasiones, decide eliminar a quien le produce tan hondo dolor. Así, decide acabar también físicamente consigo.
De los conflictos de la familia, los más perjudicados son los hijos. Hay sectores cuya única misión es atizar los conflictos hombre-mujer para demostrar lo malo que son los varones dominicanos. De esta forma justifican los recursos que reciben sus ONGs del exterior y el gobierno. Esto es más notorio si se observa que en ninguna de sus posturas abogan por relaciones familiares armoniosas y el entendimiento a lo interno de la familia.
Para la dirigencia del mundo occidental los valores sobre los que se fundó la sociedad, son caducos. Por esto sus ataques a la familia tradicional. Para esto exacerban los conflictos que allí siempre hubo, hasta hacerlo irreconciliables. Quieren crear, a la fuerza, un nuevo concepto de familia. En esta, la mujer y los hijos son sus componentes. El hombre, no está contemplado. De esta forma logran desperdigar y manipular a cada uno de sus componentes.
Es notorio que mientras se utilizan los problemas de parejas y éstos se separan, la contradicciones de clases de siempre, se agudizan sin darnos cuenta. Los miembros de la casa, pasamos a ser simple consumidores. La mujer, aún mas, se ha convertido en un instrumento de la moda, la cosmetología, la cirugía plástica; gastar y hacer gastar, parece que es su fin. En nuestro país, ciertas modas deforman su cuerpo. ¡A nadie le importa! ¡Tampoco importa el alto grado de separaciones, que crea en ellas volubilidad!
A un individuo obnubilado, con sus capacidades mentales castradas, en esos momentos, poco le puede interesar la severidad de una ley. Es hora de que el gobierno se aboque a rescatar lo que queda de la familia tradicional dominicana y elabore planes para hacer asimilables los nuevos elementos que lejos de cohesionar, disgregan la familia. A las iglesias, les toca trabajar, en el noviazgo, la preparación para la vida juntos.