Julio Vasquez.

Radio Renacer

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miércoles, 2 de noviembre de 2011

La lectura del dia.


LOS JUSTOS VIVIRÁN CON DIOS

Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos.
A los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota.
Nos abandonaron: parece que nada quedó de ellos. Pero, en realidad, entraron en la paz.
Aunque los hombres hayan visto en eso un castigo, allí estaba la vida inmortal para sostener su esperanza:
después de una corta prueba recibirán grandes recompensas. Sí, Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él.
Los probó como al oro en el horno donde se funden los metales, y los aceptó como una ofrenda perfecta.
Cuando venga Dios a visitarnos, serán luz, semejantes a la centella que corre por entre la maleza.
Gobernarán naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre.
Los que confiaron en él conocerán la verdad, los que fueron fieles en el amor permanecerán junto a él.


Salmo
Sal 42, 2; 3; 5; Sal 43,3; Sal 43,4; Sal 43,5


Como anhela la cierva estar junto al arroyo, así mi alma desea, Señor, estar contigo.


Sediento estoy de Dios, del Dios de vida; ¿cuándo iré a contemplar el rostro del Señor?


Es un desahogo para mi alma, acordarme de aquel tiempo, en que iba con los nobles hasta la casa de Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz.


Envíame tu luz y tu verdad: que ellas sean mi guía y a tu santa montaña me conduzcan, al lugar donde habitas.


Al altar de Dios me acercaré, al Dios de mi alegría; jubiloso con arpa cantaré al Señor, mi Dios.


¿Qué tienes alma mía, qué te abate, por qué gimes en mí? Confía en Dios, que aún le cantaré a mi Dios salvador.



Segunda Lectura
Ap 21, 1-5; Ap 21, 6-7

EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existe ya.
Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo.
Y oí una voz que clamaba desde el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Diosconellos;
él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado."
Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Ahora todo lo hago nuevo". Luego me dijo: "Escribe, que estas palabras son ciertas y verdaderas."
Y añadió: "Ya está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed yo le daré de beber gratuitamente del manantial del agua de la vida.
Esa será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él será hijo para mí.

Evangelio
Jn 6, 37-40
Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí,
porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día.
Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día."