Julio Vasquez.

Radio Renacer

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miércoles, 2 de noviembre de 2011

El avión que se llevó

Diác. Ricardo José García.


Resulta sorprendente el inaudito hecho de robar un avión, tomando en cuenta el sinnúmero de reglas, normas, supervisiones, medidas de seguridad… que se toman en torno a estos medios de transportes aéreos.

Evidentemente que es un acontecimiento histórico sin precedentes; lo inusual y sorprendente de suceso ha ocasionado que el nombre de nuestra nación se encuentre citado en labios de diversas personalidades (de todos los ámbitos) en el mundo entero.

Pero lo que más llama a la atención es la actitud adoptada por varios y diversos integrantes de nuestra amada República. Si bien es cierto que este caso nos ha exaltado en el salón de “Los Casos Sorprendentes del Mundo”, no menos cierto es que lo que se está exaltando no es nuestra fama, sino nuestra inmoralidad y falta de valores.

Para muchos este caso resulta ser tema un tema jocoso, sin dar interés a todo el engranaje malvado, funesto, inmoral, nefasto y triste que se vislumbra detrás de todo este escenario.

Una inmensa nube de promiscuidad nos está abrumando; y lejos de buscar las maneras de disipar la misma de nuestro entorno, se recurre a la lamentable y miserable opción de acostumbrarse a ella. Las noticias de asesinatos, robos, drogadicción, prostitución, corrupción… se han convertido tan comunes entre nosotros que se ha ido creando toda una coraza alrededor de nuestros corazones y mentes, llegando al punto de hacernos indolentes e insensibles ante este dolor que nos fustiga.

¡Despierta Hermano!... no te invadir por el letargo infernal que nos está invadiendo. ¡Recupera tus valores!, ¡Promueve la Caridad!, ¡Lucha por la Recuperación del Amor!

Esto no es un llamado exclusivo a los cristianos, tampoco es solo para las autoridades civiles o militares; ES UN LLAMADO A TODOS, sin importar raza, color, estatus social, profesión religiosa o edad.

La solución al problema se encuentra en huir al mismo, sino en enfrentarlo. Nosotros enfrentaremos este problema, como una gran comunidad de hermanos.
Agradezcamos a tantos hombres y mujeres de buena voluntad que ha contribuido a promover este despertar de las conciencias aletargadas. Gracias, por sus inmensos aportes con detalles sencillo pero muy significativos: letreros, anuncios televisivos, conferencias,… ustedes, con sus actos, encienden una luz a lo largo de este camino, alentando a los que por el transitamos y mostrando una gran señal que dice: ¡ÁNIMO!

El autor es: Vice-canciller del Arzobispado de Santiago
Colaborador de la parroquia Ntra. Sra. del Rosario.