Julio Vasquez.

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jueves, 18 de agosto de 2011

Don Carlos Dobal: El Familiar


Es mucho lo que se ha hablado sobre la formación académica, atributos, condecoraciones y trayectoria de quien en vida fuera Don Carlos Dobal Márquez. Quiénes tuvieron la dicha de ser sus alumnos le llamaban profesor, otros; doctor y algunos íntimos sólo Dobal. Yo tuve la suerte de llamarle Tío Carlos.
En esta entrega trataremos un aspecto de su vida, tal vez no muy conocida: su vida en familia. Un servidor resultó ser su sobrino político por estar casado con mi Tía Eliana Fernández Pichardo. Sin embargo, desde muy pequeño, me acogió con mucho cariño como su sobrino, el único que tenía en la ciudad de Santiago. (Además de dos sobrinas, mis hermanas Sara y Rocío, su ahijada)
De pequeño me quedaba fascinado observando a este señor, con vestimenta impecable, al estilo safari y porte señorial. Cuando nos visitaba en casa, me sentía atraído por su figura, sus dotes al hablar y la manera de expresar sus ideas. Siempre me reconoció como un niño inquieto, por lo que recomendaba a mis padres colocarme en muchas actividades para diluir mis energías.
Muy a su estilo, era un tío cariñoso, que desde temprana edad me inculcó valores muy importantes. Recuerdo sus historias sobre indígenas, conquistadores, carabelas, piratas, tesoros perdidos que él con tanto amor y vehemencia nos describía. Además nos hablaba de Tintoretto, Boticelli, Caravaggio, Michel Angelo, Leonardo, entre otros que en mi ingenuidad infantil pensaba que eran dignos súper héroes.
Nos hablaba con gracia, siempre sentado, con la pierna cruzada y haciendo todo tipo de gesticulaciones para enfatizar sus narraciones. Yo absorto, me transportaba hasta esos escenarios, que para mí eran como un libro de aventuras.
Fue una persona directa, un tío exigente que siempre me decía: “estudia mucho y lee muchos libros”, gracias a aquel consejo me convertí en amante de la lectura y un estudiante sobresaliente. Siempre estuvo dispuesto a aclarar nuestras dudas, nunca rechazaba una petición de ayuda de cualquier familiar sobre diferentes tópicos de la vida. Le encantaba conversar sobre temas de interés, era un gran conversador, sobre todo con sus demás sobrinos, a las cuales escuchaba con paciencia y explicaba con sabiduría.
Se llevaba fenomenal con sus cuñadas y cuñados, quienes le profesaron gran admiración y respeto. Le encantaba la buena comida, sobre todo las tortillas españolas que le preparaba mi madre en cada cumpleaños u ocasión especial, así como un delicioso quesillo que hacía mi querida Mamá Venecia, su suegra, a quien adoraba profundamente.
Una de las actividades familiares más interesantes, era ir a su casa, un verdadero museo lleno de cuadros históricos, fotos familiares, escudos de armas, objetos antiguos, cientos de libros y un ambiente y podría decir un tanto colonial. Me encanta ir a esa casa, es como un libro de historia en vivo, con un fresco olor a madera y de exuberante naturaleza. Cuando iba de pequeño siempre me mantenía a distancia de las caritas indígenas y las bolas de cañón, que eran mis predilectas, ya que tío me decía: “Puedes ver, pero no tocar”.
Siempre presente en todas las actividades de la familia, donde generalmente prefería mantener un bajo perfil y conversar con sus sobrinos o amigos. Sus sobrinos, fuimos parte integral de su vida familiar y gracias a Dios, pudo disfrutar de una gran cantidad de ellos, la gran mayoría de Santo Domingo, hoy en día grandes profesionales y mejores seres humanos, quienes le quisimos mucho.
Finalmente, Tío Carlos fue un esposo abnegado, amoroso y leal. Mi tía Eliana no pudo tener un mejor compañero de vida. Un caballero en todo el sentido de la palabra. Regio, sobrio, algo excéntrico, pero que es una virtud de aquellos que consideramos genios. Su manera de dar amor se basaba en la transmisión del conocimiento y la sabiduría. Tío Carlos era además de un forjador de hombres, un forjador espiritual, pues fue un amante fervoroso de la Fe Católica.
A pesar de su desaparición física, su enorme legado quedará para siempre entre nosotros. Tío Carlos fue un ser humano especial, tan especial que partió de este mundo el día del Patrón Santiago. Esto no es una casualidad, soy de los que piensan, que el Señor así lo dispuso, como un homenaje a su obra.
Nuestro querido Tío, abandonó su cuerpo el 25 de Julio del 2011, alrededor de las ocho y veinte de la noche y su alma está ahora en un mejor lugar, a donde todos algún día iremos. Las lágrimas de tristeza que aquel día derramamos, son a la vez lágrimas de alegría y agradecimiento, por disfrutar por tanto tiempo de la imponente presencia de Tío Carlos…de cariño…Dobal.

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