Mucho se ha escrito y dicho sobre nuestro Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y más cuando llega esta conmemoración de su bicentenario natalicio. Todos los dominicanos y dominicanas sabemos quién fue Duarte y qué hizo por nosotros para que hoy podamos ser un Estado libre e independiente de toda soberanía extranjera.
Pero me surgen algunas inquietudes sobre lo que Duarte podría decir o pensar sobre nosotros los dominicanos y dominicanas después de casi ciento sesenta y nueve años de fundada la República.
Por ejemplo: Qué diría Duarte si pudiera ver el conflicto sutil pero permanente en que vive la República Dominicana y la República de Haití en el tema migratorio, sin buscársele soluciones reales, factibles, negociadoras y beneficiosas para ambos países.
Qué diría Duarte, si pudiera ver como en nombre de la Patria que él creo se cometen tantos abusos e injusticias. Si pudiera ver como los gobernantes que hemos tenido a lo largo de la historia sólo han obstaculizado, paradójicamente, el desarrollo del país haciendo mal uso del poder que una vez le concedió el Pueblo.
Qué diría de las dictaduras que hemos soportado, las cuales han arrasado con los hombres y mujeres que en su momento constituyeron la esperanza del Pueblo.
Qué diría de las anexiones a potencias extranjeras, de las negociaciones unilaterales entre gobierno y países extranjeros como fue el caso de Pedro Santana para beneficio propio o simple incapacidad no reconocida, de las intervenciones norteamericanas.
Qué diría Duarte, de nuestros famosos y espectaculares legisladores, los cuales en lugar de hacer el trabajo para el cual fueron elegidos, en vez de dedicarse a elaborar leyes que beneficien a la ciudadanía sólo se afanan en permanecer en el poder para beneficio propio, defendiendo intereses partidistas y no los intereses generales y colectivos.
Pero sobre todo qué diría Duarte, de nuestra juventud actual, una juventud sin norte, sin ideales, sin valores, una juventud desorientada porque no tiene líderes para imitar porque la han dejado sola y abandonada. Una juventud a la cual se le ha vendido la idea del consumismo y del todo rápido porque es más importante el tener que el ser.
Qué diría de los padres y madres irresponsables que traen hijos e hijas al mundo y después a Dios que reparta suerte con todo lo que conlleva su crianza y educación.
Qué diría Duarte, de una sociedad indiferente, apática y cómoda que se ha cansado de los políticos y de las promesas incumplidas, que prefieren el inmediatismo, el resuélveme rápido antes que exigirles a sus gobernantes que contemplen a este país como un proyecto a largo plazo en el cual se debe trabajar de manera coherente, eficiente, responsable y que nos beneficie a todos y a todas.
Realmente no sé lo que diría, no sé si sus huesos se remueven cada día en la tumba fría. No sé si sólo siente una inmensa tristeza por todo su sacrificio, por ver sus sueños, sus ideales perdidos. Quizás sólo nos observe, nos vea con pena y trate de decirnos que cambiemos de rumbo, que reflexionemos en nuestros problemas diarios. Que evitemos convertirnos en cualquier de esos países de Las Américas que hoy pasan por situaciones conflictivas, de dolor y de guerra por la mala administración de sus gobernantes y la permisibilidad de sus ciudadanos y ciudadanas. Que dejemos tantos egoísmos, tanto deseo de aniquilar al otro para ganárselo todo uno solo.
Quizás sólo nos diría que miremos y observemos la bandera que tanto le costó ondear libremente y que de una vez y por todas le demos vida, valor y dignidad a nuestro lema Patrio de: DIOS, PATRIA Y LIBERTAD. Eso debe ser la República Dominicana.
“Dominicana, fuerte y valiente tus hijos cantan de corazón, abre tus alas, surca los cielos llena de gloria, paz y honor.
Dominicana, es tu destino ser la más noble debajo del sol, alza tus manos de amor eterno, llena de paz y gloria y por siempre bendecida ante Dios” (Canto a la Patria de Juan Luis Guerra).
Por Josefina Almánzar.