Julio Vasquez.

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martes, 18 de febrero de 2014

Recordando dos casos

Hace cinco años escribí un artículo titulado “Entre Miguelina y Muhammad”, en el mismo hacía una especie de símil de dos casos, que aunque en esfera y situaciones distintas, en el fondo yacía lo que muchas veces no es concebible en casos de violencia contra la mujer o cuando la obsesión se convierte en el principal objetivo de un asesino y aunque parezca inaudito, las circunstancias, cuando no hay pruebas directas, pesan un caudal. A seguidas, cito textualmente este artículo que indico, de fecha 24 de noviembre del 2009, esto fue siete meses antes de que fuera objeto del atentado, el 2 de junio del 2010, veamos:

“Cuando estuvimos al frente del caso de la señora Miguelina Llaverías en el aspecto penal, que felizmente culminó con la condena de su ex esposo Adriano Rafael Román Román a una pena de veinte años, uno de los principales argumentos que poseían cada uno de los innumerables abogados que pasaron fila por la parte de la defensa del indicado condenado era que no había posibilidad que una persona hubiera podido conllevar una trama de la naturaleza de que fue objeto por segunda ocasión doña Miguelina”.

“Para algunos abogados de la defensa, esto era producto de la mente de Miguelina Llaverías que por sentir un temor a la persecución había ideado todo el dilema narrado. Igual como fue lo ocurrido en el año 1978, cuando supuestamente, se alegó también que “se inventó su tortura y violación”.

Continúo citando: “Muchos preguntarán, por qué traemos a colación un caso ya resuelto, en principio, de tipo penal como el mencionado. Muy sencillo. El martes pasado, a las 9:11 de la noche en el Centro Correccional de Greenville, fue ejecutado el señor John Allen Muhammed, ¿quién era este personaje? Fue llamado en el año 2002 como el Francotirador de Washington. ¿Y la relación de un caso con otro? Este caso fue una conmoción cuando ocurrieron los hechos porque los mismos se ligaron y entrelazaron por la fecha próxima al derrumbe de las torres, como alguien ligado al terrorismo o a Osama Bin Ladem. Cuando los investigadores del FBI profundizaron las pesquisas pudieron determinar que dicho señor había orquestado un verdadero plan maquiavélico.

El señor Allen Muhammed estuvo casado por años con su ex esposa y madre de sus tres hijos, Mitchell con la cual rompió su matrimonio. Por años, aún habiendo roto el vínculo matrimonial continuaba acosándola, a tal punto que en una ocasión se llevó los hijos de ambos por espacio de un año hasta que fue ubicado por las autoridades federales. En esa oportunidad se le dio libertad bajo fianza por su historial de haber estado en la guerra y no haber tenido problemas judiciales”.

Sigo citando el artículo escrito: “No contento con lo realizado le provocó una paliza que llevó a la madre de sus hijos al hospital por un largo tiempo. Luego, la señora Mitchell, fue a radicarse de forma clandestina a la ciudad de Washington huyendo de tan horrible persona. Durante un buen tiempo no tuvo contacto y pensaba que había perdido a su ex esposo, Muhammed. Lo siguiente nadie podía imaginárselo salvo salido de una mente macabra. En dicha ciudad comenzaron a caer personas víctimas de disparos de un francotirador. Cuando las muertes eran ya un escándalo y que tenían sumida a la ciudad en un caos y en el temor. Las autoridades se acercaron a la ex esposa de Muhammed para decirle que tenían el convencimiento de que su ex marido tenía que ver con los hechos. Ella no lo podía creer, a pesar de todo lo que le había hecho pasar.

Cuando el asesino es atrapado junto a su joven cómplice, Lee Boyd, adolescente entonces y que hoy cumple cadena perpetua, éste decidió confesar el plan criminal de su autor y describió el joven que el mismo consistía en asesinar personas al azar para que cuando fuera asesinada la ex esposa de Muhammed este hecho no levantara sospechas en su contra y pudiera así quedarse con el dinero del seguro y los tres hijos y llorar su muerte”.

En estos párrafos que he citado, se puede visualizar a dónde puede llegar la mente humana, si toma prejuicios o se radicaliza o simplemente a no pensar en las consecuencias, que luego acarrean males mayores al comete crímenes y pretender que no serán sancionados o que piensan que se saldrán con la suya.

Hoy precisamente, seguirá conociéndose ante el Juez de Ejecución de la Pena de esta ciudad, la solicitud de cambio de régimen a prisión domiciliaria de Adriano Román, precisamente por el caso de Llaverías. Se escuchará la opinión del médico internista, Luís José Castillo, del Materno, para su opinión, respecto al diagnóstico ofrecido por éste, cuando tuvo una supuesta recaída el imputado en noviembre. Esperemos pues, por Miguelina, el desenlace de esta nueva lucha.

Lic. Jordi Veras