Julio Vasquez.

Radio Renacer

Radio Renacer

Radio Renacer

jueves, 26 de septiembre de 2013

«El juicio de Dios se muestra implacable con los que plantean su vida en el lujo y el derroche»

En la carta dirigida a sus fieles de la diócesis de Córdoba (Andalucía, España), Mons. Demetrio Fernández recuerda que «hay muchos `lázaros´ a las puertas de nuestras casas, en nuestro ambiente de pueblo o ciudad» y advierte que «el juicio de Dios se muestra implacable con los que plantean su vida en el lujo, el derroche, la vida disoluta y consiguientemente no se acuerdan de los pobres que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir». El obispo recuerda que quien «no atiende a su hermano necesitado se pone en peligro de condenación eterna»

 

(InfoCatólica) En su carta con fecha 26 de septiembre, el obispo de Córdoba pide levantar la mirada para darse cuenta que «son millones de personas en el mundo las que no tienen lo elemental para vivir»
El prleado asegura que «no podemos pasar indiferentes ante estas situaciones. El juicio de Dios llega a nuestra conciencia para decirnos que somos responsables de tales injusticias».

Dios no tiene la culpa

Don Demetrio exhorta a no echar «la culpa a Dios de lo que hacemos mal los humanos, y pongámonos a la tarea de hacer un mundo más justo y más fraterno, precisamente porque tenemos un mismo Padre Dios».
El obispo predica que «no podemos plantear nuestra vida en el lujo, en los banquetes, en la ropa de moda, en los viajes de placer, en el gasto sin freno, cuando en el mundo, cerca o lejos de nosotros (hoy nada está lejos), hay tantos pobres sin lo elemental para vivir».
Y pide igualmente que «no tranquilicemos nuestra conciencia repartiendo algunas migajas de lo que nos sobra, pues todo lo que hemos recibido tiene una hipoteca social. Nos es dado para administrarlo en favor propio y en favor ajeno. No somos dueños absolutos de nada, aunque tengamos derecho a usar lo necesario».

Peligro de condenación

Mons. Demetrio Fernández asegura que «el que no atiende a su hermano necesitado se pone en peligro de condenación eterna, como le sucedió al Epulón del evangelio, y nos recuerda Jesús ante el juicio final» y concluye recordando que «el juicio de Dios nos alerta. Pongámonos delante de Dios y actuemos en consecuencia».