Julio Vasquez.

Radio Renacer

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lunes, 30 de septiembre de 2013

En el PLD se está pisoteando la doctrina axiológica de Juan Bosch

Aunque Juan Bosch, Alfa y Omega de la honradez política criolla y del liderato del Partido de la Liberación Dominicana, estudiaba y conocía los tres caminos de la Filosofía: la metafísica, la epistemología y la axiología, fue este último camino el que con gran coraje, energía intelectual, sapiencia sociopolítica y muestra de ejemplo inagotable, impuso y modeló en el Partido.

La axiología se ocupa del origen, análisis, enseñanza y difusión de los valores y la ética. Es decir, nos orienta y alienta a seguir lo que está bien y a rechazar y proscribir aquello que está mal. Por eso, en la época de su aplastante liderazgo en el PLD, la seriedad, integridad, el compañerismo honesto y la solidaridad, fueron valores que cada peledeista tenía el deber de practicarlos con prioridad absoluta. Antivalores como carencia de seriedad, honestidad y solidaridad, el exagerado egoísmo, el odio y la falsedad, que son emociones negativas de expresión y prácticas comunes en nuestro país, Bosch exhortaba a su abominación sin discusión.

Fue esa intransigencia suya sobre el ejercicio y ponderación continuos de aquellos valores y su prédica de lanzar a la hoguera los insanos antivalores, la que llevó a tanta gente dentro y fuera del Partido a pensar y a calificarlo de hombre “temperamental”, “malgenioso”, “difícil de entender”, y hasta de “loco”. Cosa lógica en una sociedad como la nuestra donde muchísimos creen que es normal y positivo que cada uno resuelva sus dificultades y necesidades de acuerdo a lo que le resulte más fácil y sencillo sin tomar en cuenta si el medio es repugnante.

¡Que usted tuvo que asesinar por paga, asaltar o robar para conseguir comida, vestir bien, un celular caro, andar en carro propio y disponer de dinero en demasía, para lograr “levantarse” una buena hembra; bueno, y qué! “¡Si Dios se lo dio, que San Pedro se lo bendiga!” ¡Que algunos empresarios de Zona Franca simulen que estaban en quiebra y sin capital de trabajo para continuar operando y que de paso le atribuyeran tal situación a la crisis del capitalismo del 2008 y 2009, y así adquirir del Gobierno millones de dólares prestados que nunca pensaron pagar; bueno, y qué! “¡Al que madruga, Dios lo ayuda!” ¡Que un juez o fiscal halló una rendija en la ley o en el Código para dejar libre a un depredador sexual, a un proxeneta, a un “pobre infeliz” que lo único que tiene son muchos millones pero que nadie sabe cómo los consiguió, cuyo único ‘delitico’ consistió en matar o golpear y humillar a su mujer o antigua novia, por la pírrica suma tal vez de dos o cinco millones de pesos con escaso poder adquisitivo; bueno, y qué! “¡Dios le da al médico la ciencia y también le da el maletín!” No pocos ajustan a conveniencia estos tres populares refranes a sus acciones nada honorables, a sabiendas de que representan antivalores, porque nosotros hemos inventado un cuarto camino de la filosofía para justificar la marrullería, el truquito, el cohecho, la malicia, el engaño y la afirmación de una negación que consiste en: “Me cansé de ser y de pasar por pendejo.” Señores, Bosch fue un prohombre que aborreció todo eso; inculcó entre sus seguidores el dogma de que hacer lo correcto significaba para el militante y el Partido la salud moral que permitiría el avance de la sociedad.

Los peledeístas sabemos que el fundador y líder del PLD, ni en su discurso político ni en su accionar literario, tuvo interés en provocar emociones ni deleites a sus seguidores. Su férrea voluntad y eficaz capacidad de trabajo estuvieron dirigidas a enseñar y a construir un ciudadano mejorado en su conducta general. Su pensamiento creador y su genio político siempre estuvieron alerta para atajar y prevenir la falta de ética entre sus seguidores. Fue un hombre de fe y tenacidad en aquello que creía: ¡Que los dominicanos somos capaces de una lucha vibrante por la honradez y la solidaridad!

Como educar y animar en la consecución de aquel gran objetivo político fue su interminable tarea en el PLD y en toda la sociedad, entonces los congresistas que aprobaron la ley del llamado “voto preferencial” pisotearon, se orinaron y escupieron sobre el legado de Bosch. En el Partido el líder impuso que el Comité Político siempre se reservaría del 20 al 30 % de los cargos electivos congresuales y municipales, precisamente para que los miembros adinerados del Partido no lograrán todas las posiciones. Ahora solo los peledeista ricos serán electos, pues ¿con qué dinero un compañero valioso de la base pero pobre va a llegar a ser regidor, diputado o senador? Esa aprobación fue una demostración de exagerado egoísmo y también una falta de seriedad política. La cúpula del Partido sabe mejor que nadie que ya los compañeros de la base no apoyan a ningún compañero sin dinero para promoverse en una campaña interna ni de elección general. Si la cúpula no da marcha atrás al “voto preferencial”, cargará con la culpa de propiciar que sólo los peledeístas tutumpotes lleguen al Congreso y a los Ayuntamientos.

Pedro Mendoza

Pedro Mendoza
Pedro Mendoza