Julio Vasquez.

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sábado, 19 de diciembre de 2015

La activista provida Mary Wagner, detenida por sexta vez en Canadá

(Actuall/Pablo González de Castejón) Se trata de su sexta detención desde que en el año 2000 decidiera dedicarse a tiempo completo a intentar salvar vidas evitando abortos. Mary Wagner, una de las activistas provida más conocidas de Canadá y del mundo, se encuentra de nuevo en prisión (donde ya ha pasado cuatro años) junto a Linda Gibbons, otra activista provida, a la espera de juicio.
En esta ocasión el arresto se produjo el pasado 12 de diciembre cuando Wagner acudió a la clínica abortista situada dentro del complejo comercial Bloor West Village, en el centro de Toronto.
Como es habitual, la activista acudió con la intención de persuadir a alguna madre de que no matase a su hijo, pero pronto aparecieron dos agentes de Policía para indicarle que, si no se retiraba, tendrían que arrestarla de nuevo.
Poco tardó Wagner en volver a la clínica a pesar de la amenaza, lo que le ha valido una nueva estancia en prisión y una acusación de daños por valor de casi 5.000 dólares (unos 4.500 euros), según informa Life Site News.
Durante el juicio, Mary Wagner, que rechazó al abogado de oficio y decidió defenderse a sí misma, reconoció que la fecha que escogió para acudir a la clínica no fue casual, pues se trataba del día de la virgen de Guadalupe, para muchos patrona de los no nacidos.

Su defensa del nasciturus

Hay mucha gente que no entiende la reiterada actitud de la activista provida, sobre todo porque cumpliendo una serie de normas, como protestar a más distancia de las clínicas abortistas, podría evitar la cárcel, pero desde hace año Wagner dejó clara su postura con una carta que se publicó en varios medios:
«La gente a menudo me han preguntado si no podía simplemente quedarme fuera de la zona en la se me ha prohibido entrar, y de esa manera, evitar el arresto. Pero cuando me plantea esta cuestión se olvidan algo: los niños que ese día van a ser asesinados no tienen a nadie que vaya a luchar por ellos. ¿Vamos a dejar de acudir a la clínicas y abandonarlos a ellos y a sus madres por obedecer una restricción inmoral impuesta por las autoridades?».
«Si pensamos simplemente en que podemos ser arrestados o no, perdemos de vista a Cristo, escondido en ‘el angustiante disfraz de los pobres’. Unos niños tan pobres que no podemos ni verles ni escucharles»