Celebremos la Navidad con alegría y agradecimiento a nuestro buen Dios, quien por su misericordia nos da esta excelente oportunidad para reconocer el misterio de la encarnación, del amor de Dios con nosotros que ha decidido venir a vivir en el mundo y caminar a nuestro lado, a pesar de que a veces la realidad de los conflictos internacionales: terrorismo, narcotráfico, violencia, injusticia, refugiados y desordenes de todo tipo… sobre todo éticos como la corrupción, la impunidad, el robo, la delincuencia, entre tantos que nos abruman, sin embargo, conservamos la certeza de que el Señor sigue en nuestra historia y cada navidad renueva su compromiso de acompañarnos y salvarnos, si nos abrimos a su gracia, porque él respeta la libertad humana. Dios padre en cada nacimiento nos recuerda que sigue confiando en los seres humanos y por ese gran amor se encarnó en el seno de la Virgen María, puso su tienda entre nosotros, pasó por este mundo haciendo el bien y curando todo tipo de enfermedades físicas y espirituales, nos dejó sus enseñanzas en los evangelios, murió y resucitó para darnos vida eterna y continúa suscitando hoy, a hombres y mujeres de buen corazón que lleven su mensaje de salvación y esperanza al mundo entero, que den consuelo y que sean testimonios de la misericordia, del amor y la ternura de Dios.
Dios sigue creyendo en ti y en mí, y gracias a todas las personas de buena voluntad, de fe y generosidad, este mundo con la gracia de Dios se mantiene en pie, sino fuera por toda la gente buena que existe, hace mucho tiempo la humanidad se habría autodestruido. Cada navidad es una oportunidad para cambiar el corazón y la mente, para convertirnos y ser mejores en todos los aspectos de la vida personal y familiar, aunque, no perfectos, porque solo Dios es perfecto, pero siempre podemos ser mejores. No permitamos que pasen estos días festivos en el ruido y la superficialidad, dediquemos tiempo a la oración, al sacramento de la reconciliación, confesándonos, participando con la familia en las celebraciones litúrgicas y religiosas, compartiendo en casa, con los vecinos, compañeros de trabajo y miembros de la comunidad.
Dediquemos tiempo a los necesitados, visitemos a los enfermos, a los privados de libertad, a los ancianos, hagamos obras de caridad si tenemos los recursos para ayudar, sobre todo a los niños pobres y huérfanos, llevándoles un juguete que tanta alegría les proporciona. Pidamos la gracia al Espíritu Santo para que nuestras extrañas se abran al amor y al servicio, en este año jubilar de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco. “Sean Misericordiosos como el padre celestial es misericordioso”. “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzaran misericordia”.
Tenemos un año a nuestra disposición para vivir los valores del servicio y la caridad, propuestos por Francisco en su Bula sobre la Misericordia, pero no dejemos pasar los días, porque esta Navidad es única, y no tenemos idea si llegaremos al próximo año, así que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Feliz Navidad y que el Emmanuel, sea el Dios con nosotros en tu vida, familia y comunidad.
martes, 22 de diciembre de 2015
¡Navidad! Emmanuel, Dios con nosotros
9:51 a. m.
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