Julio Vasquez.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Los organismos internacionales tienen que condenar la persecución de cristianos

Javier Rupérez, el que fuera embajador español en Naciones Unidas, hombre decisivo en los años de la UCD, acaba de publicar un estudio titulado «La persecución de los cristianos en el siglo XXI» (Papeles Faes). Nadie como él sabe cómo hacer para que este asunto entre en la agenda internacional.

(Páginas Digital/InfoCatólica) Francisco Javier Rupérez Rubio es un político y diplomático español, nacido en Madrid. Es licenciado en derecho y periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y desde el 2006 tiene el rango de Embajador de España

¿Cuál es la dimensión de la persecución de los cristianos en el mundo en este momento?

Es sin duda la fe religiosa más perseguida en el mundo en estos momentos. Con intensidad variable en cuanto a la persecución, los cristianos hoy tienen dificultades para practicar su religión en un gigantesco circulo que comienza en el África subsahariana, incluye todo el Magreb, continua por el Oriente Medio y por el Golfo Pérsico y se prolonga por Asia hasta las costas del Pacifico en Rusia y China. Solo América, Europa Occidental y Oceanía queda fuera de esa crónica de intolerancia anticristiana. Basta con leer la prensa diaria para comprobar la amplitud y la gravedad del fenómeno.

Estamos hablando de una persecución que se produce no solo en países musulmanes, también en la India y los todavía países comunistas. ¿Hay algunos rasgos comunes en esta persecución?

Los razonamientos pueden ser distintos pero el principio es el mismo: acabar con los cristianos físicamente o al menos amedrentarlos y conseguir que se vayan. El radicalismo islámico o hindú no admite al diferente y el comunismo no soporta la trascendencia, pero todos ellos coinciden en perseguir al cristiano por el mero hecho de serlo.

¿Sería conveniente llevar un registro exacto de los resultados de la persecución? ¿Cómo podría hacerse eso?

Hay varias instituciones que ya lo hacen, pero siguen criterios diferentes y ofrecen resultados dispares. En efecto, convendría tener un censo exacto y riguroso de lo que ocurre y para ello el sistema es simple pero fastidioso: proceder al recuento de todos y cada uno de los incidentes que diariamente se producen contra los cristianos en el mundo por el simple hecho de serlo. Lo ideal sería un acuerdo interconfesional para situar en un solo centro la recogida de datos y la publicación de los resultados. En otro nivel, eso es lo que se ha venido hacienda en España con los atentados terroristas y hoy sabemos con precisión quienes y cuando fueron sus víctimas.

Usted ha recomendado elevar protestas ante los organismos nacionales e internacionales. ¿Qué tipo de protestas serían eficaces?

He recomendado y recomiendo elevar la voz ante la opinión pública mundial. Y eso lo pueden y lo deben hacer las jerarquías cristianas, sea cual sea u afiliación, los laicos cristianos y todos aquellos que sin ser cristianos creen que al atacar la libertad religiosa de los cristianos se pone gravemente en duda el respeto a la misma libertad de todos. La eficacia de la protesta naturalmente depende de su volumen. Y desde luego el silencio no es nunca una opción. Ahí está el caso de los judíos y sus persecuciones en el siglo XX.

¿Cómo puede la comunidad internacional ocuparse de estas cuestiones? ¿Cómo puede entrar en la agenda de Naciones Unidas?

No hay organización internacional contemporánea que no tenga en su ideario la defensa de la libertad religiosa. Corresponde a los miembros de esas organizaciones, fundamentalmente los Estados, por ejemplo en el caso de la ONU, presentar iniciativas dirigidas a condenar esas prácticas y eventualmente a sancionar a los que las ejecutan o permiten. Lo mismo se puede decir de la UE, en sus diversas instituciones -el Parlamento Europeo debería ser activo en el tema- o la Organización de la Unidad Africana. Pero también la misma iniciativa privada y civil tiene mucho que decir al respecto. De hecho son ellos, a través de sus organizaciones no gubernamentales, los que más sonoramente denuncian la persecución de los cristianos. Su ejemplo debería ser seguido y multiplicado.