Lentamente, igual que las gotas de rocío cuando las besa el sol, como asola la lluvia los frágiles capullos de las rosas, similar a la tarde perdida en la agonía del crepúsculo. Así de mustias empiezan a opacarse las luces de diciembre, algunas ya se han ido, otras titilan intentando brillar, las demás, aunque brillen, gimen por dentro presintiendo su fin.
¡Navidad! Quien te da fuerza para en tan poco tiempo, ser tan tenaz, para siendo tan efímera, meterte en la epidermis y dejarnos marcados.
Si pudieras con esa misma fuerza cambiar aquellos corazones duros, muchos de los cuales tienen en sus manos el poder, si pudieras moldear ese acero con el que se revisten y convertirlo en bondad, caridad, humanidad.
Si pudieras tomar entre tus manos a esos otros corazones que se protegen tras una coraza para esconder su abatimiento, si tus luces al menos iluminaran los corazones que han quedado nublados de dolor, si tu brisa enjugara el llanto eterno de los niños hambrientos y un milagro ofreciera la diaria urgencia de nutrirse. Ojalá pudieras extinguir la lágrima que permanece nublando los ojos de padres y madres que no por no rodar por sus mejillas, deja de ser perpetua.
Ay Navidad, se espera tanto de ti, que posiblemente seamos injustos contigo, porque definitivamente los milagros que se cuentan, nacen en la mente de los escritores, de los poetas que te sublimizan, escribiendo de ti, lo que posiblemente no has hecho nunca, porque es imposible.
Se empieza a ver tu decadencia, una tras otra tus luces revientan, déjanos al menos una inmensa bendición sobre este planeta tan necesitado de piedad, mide con tu balanza las prioridades y si puedes, intercede para evitar tanta injusticia, para que cese el mal, que triunfa sobre el bien.
Derrama sobre el mundo antes de marcharte, una lluvia de igualdad, que calme la rebelión en los rebeldes, que cambie por bondad la maldad, mitiga con tu dulzura, la aspereza que generalmente nos cubre durante doce meses.
Y perdona estas súplicas que no son reproches para ti, porque si acaso hay que amonestar, no es a ti que aunque con tan fugaz presencia, vienes a refrescarnos durante unos días, sabes? Me gustas y quiero pedirte que para tu próxima vuelta, si no puedes ayudarnos en nada de lo que antes te he pedido, nos dejes tal como estamos, nuestra familia, nuestros amigos, permite que los que te recibimos este año, te esperemos el próximo, prometo encender todas las luces bendiciendo tu llegada.
¡Hasta siempre Navidad!
Nurys Rivas
martes, 31 de diciembre de 2013
¡Hasta siempre!
12:13 p. m.
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