El presidente norteamericano llegó en forma sorpresiva a la provincia de Anbar. Se reunió con el primer ministro, Nuri al Maliki, y con el máximo responsable de las fuerzas, David Petraeus
El presidente George W. Bush realizó una visita sorpresiva a Irak, en un intento por demostrar que el envío de refuerzos militares está ayudando a estabilizar al país.
"De continuar con el tipo de progreso que esperamos, se podrá mantener este nivel de seguridad con menos soldados estadounidenses", afirmó en una conferencia de prensa posterior a la recorrida realizada en la zona.
"Cuando llegamos nos dieron una actualización sobre lo que se espera de aquí en más. Nuestro objetivo es ayudar a Anbar y a todo Irak para que pueda haber más progreso económico político", agregó, al mismo tiempo que le pidió al "Congreso que espere los informes oficiales antes de tomar decisiones" sobre la continuidad de la guerra.
Bush y su equipo de seguridad nacional volaron directamente hasta la base aérea de una zona remota de la provincia de Anbar. El presidente no paró en Bagdad, una expresión simbólica de su frustración con la parálisis política existente en la capital del país y subrayando la creencia estadounidense de que los avances serían alentados desde el nivel local.
El secretario de Defensa Robert Gates llegó antes que Bush y se reunió con importantes funcionarios de su país, entre ellos el general David Petraeus y el embajador Ryan Crocker, antes de encontrase con el primer ministro Nuri al-Maliki, el presidente Jalal Talabani, y otros funcionarios iraquíes de Bagdad.
En gran parte, el mensaje principal lo dio la forma en que se realizaron los encuentros: llevar a al-Maliki, un chií, al corazón de la provincia de Anbar -de mayoría suní- demostró a los críticos del gobierno que el líder iraquí puede acercarse a los suníes, que gobernaron durante años con Saddam Hussein.
Bush presentó a Anbar como un ejemplo de los avances recientes, especialmente en el tema de seguridad, a pesar de que la provincia aún enfrenta problemas económicos y aún no es lo suficientemente estable.
La semana entrante, el general David Petraeus, máximo comandante estadounidense en el país árabe ocupado, y Ryan Crocker, el embajador estadounidense en Bagdad, serán interpelados en el Congreso.
La evaluación que darán, junto con un reporte que la Casa Blanca deberá preparar para los legisladores para el 15 de septiembre, determinará el curso de la guerra.
Los Estados Unidos no puede mantener indefinidamente el incremento de las fuerzas. Los demócratas están pidiendo la evacuación de los soldados y la cantidad de militares estadounidenses muertos en Irak ha llegado a 3.700, por lo que el presidente a duras penas puede darle al-Maliki más tiempo para encontrar una solución política a los enfrentamientos.
Bush se detuvo en Irak antes de visitar Australia para un foro económico de los líderes del Asia-Pacífico.
El viaje se mantuvo en secreto por obvias razones de seguridad. El presidente, que también estuvo en Irak para el Día de Acción de Gracias en noviembre del 2003 y en junio del 2006, debía salir rumbo a Australia el lunes, pero el avión Air Force One despegó de la base aérea Andrews el domingo en la noche.
Entre quienes lo acompañaron figuraban su consejero de seguridad nacional Stephen Hadley. Junto a Gates estaban el general Peter Pace, jefe del Estado Mayor Conjunto, y el almirante William Fallon, el comandante de mayor rango en Medio Oriente.
La misión fue compartida con un pequeño grupo de funcionarios de la Casa Blanca y la prensa, a quienes les dijeron que si trascendía la noticia del viaje, los planes serían abandonados.
lunes, 3 de septiembre de 2007
Bush dijo que se dispondrán "menos soldados" para Irak
4:43 p. m.
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