“Quien lleva a casa dinero ganado con la corrupción, da de comer a sus hijos pan sucio”. (Papa Francisco).
“Dichoso aquel que corriendo por entre escollos de guerra, de política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto”.(Simón Bolívar).
En estos días estaba en un compartir con amigos y conocidos y como siempre no queda un comentario a modo de chanza, respecto a los abogados. El único que pertenecía a esa clase profesional era quien escribe, y al percatarse la mayoría algunos pensaron que me ofendería por el chiste y les dije lo siguiente:”primero que lo tomaba como un relajo y en segundo lugar, que entendía perfectamente el por qué del comentario a modo de relajo, porque con lo desacreditada que está nuestra profesión por la manera de ejercicio que poseen algunos y algunas: por la desesperación económica o porque la base moral y ética que poseen algunos abogados y abogadas, es bastante cuestionable”. Agregué que:”la inversión de valores que se acusa en nuestra sociedad, no es solamente fruto de una profesión o ejercicio u oficio determinado, sino que es un fenómeno propio del sistema en que vivimos y padecemos”.
Lo sociedad en que hoy vivimos es la muestra de un sistema totalmente agotado y desgastado. En el que se aplaude o se da gracia, no al más honesto y responsable, sino que está diseñada para que el pícaro, sinvergüenza, rastrero, el “vivo y que resuelve a cualquier método”. En este engranaje el hombre o mujer decente, es visto como ser extraño; es un medio en el que debe vivir defendiéndose y protegiéndose del tigueraje y de que sus derechos no sean violentados.
Volviendo a la chanza, les explicaba a los amigos y conocidos reunidos, es que no me sentía aludido por mi profesión, porque, gracias a Dios, hasta el día de hoy me he conducido con decencia, honradez y responsabilidad, que manda el orden moral y ético y basado en lo que aprendí desde el hogar. Pero nuevamente reconocía los niveles de desesperación en ciertos profesionales de cualquier ejercicio, que solamente atinan a ver en cualquier cliente, suma de dinero y sin importar de qué o quién se trata, lo que se piensa, es que éste pagaría ese “estatus de vida” que se ambiciona a como de lugar, sin importar método alguno.
Nuestro medio social está acusando también de resquebrajamiento de un ente importante y que le brinda fortaleza, que es la familia. Es de ésta última que sale o no formado el joven que mañana viendo el ejemplo de su casa, hará lo mismo en la familia grande, que es la sociedad. Es de la familia que saldrá el joven que viendo lo que su padre o madre hacen y no lo pueden justificar, no aprenderá otra cosa. Lo mismo aprenderá que si su padre o madre, lo único que tiene es dinero, pero no tienen el respeto ni la consideración de sus conciudadanos, no habrá manera para que lo que salga de ese hogar tenga alguna fuerza moral o que encuentre en lo ético algo más que una tontería que no produce riqueza ni posición social. Esta debilidad que acusa la familia, es parte de lo que ha resultado como consecuencia lo que vemos hoy como inversión de valores.
Lo que hoy vemos, es una debilidad y confusión de valores, porque se ha querido lanzar la idea que todo el mundo está en lo mismo, y que se puede meter en el mismo saco. No hay precio en la vida, ante tus hijos e hijas y donde quieras que te muevas, el saber que tus padres se preocuparan grandemente por mantener un comportamiento ejemplar y que a la vez hayan cuidado celosamente para que sus hijos cumplieran con ese legado. Es cierto que puede darse el caso que de un hogar de formación, salga un rastrero o sinvergüenza, pero de seguro, que no tendrá el apoyo ni la complicidad de padres responsables y que tienen la conciencia bien clara, del honor y la dignidad.
Aunque aparezcan algunos quienes hayan claudicado ante la corrupción, la desvalorización, la falta de dignidad y la desvergüenza, no será nunca justificación para que declines de los valores que aprendiste en tu hogar, y que quieras seguir los pasos de quienes así actúan. Ante todo, busca darle hoy a tus hijos e hijas, el mejor ejemplo como ser humano integral.