A propósito de una situación que ha estado afectando mucho a alguien que conozco y que aprecio, y que espero la supere pronto, me aventuro a escribir sobre la urgencia de amar con el propósito de satisfacer a terceros o de llenar un vacío. En este error suelen caer muchos, y en los peores de los casos hasta requieren de ayuda emocional.
La necesidad de amar y de sentirnos amados puede llevarnos muchas veces a un estado de darle la oportunidad a cualquier opción que se presente, sobre todo a aquellas que persistan un poco mostrando cierto interés, sin medir las consecuencias de no saber lo que realmente quieren.
Estar durante mucho tiempo sin pareja, es otro factor que influye demasiado a la hora de decir sí, a una cita sin tomar en cuenta que hemos perdido la práctica y que se requiere hablar claro en relación a lo que quieren ambos, para que no haya confusión en el futuro y emocionalmente ninguno salga afectado.
La presión social en un país subdesarrollado no se queda atrás para los que están solteros por un tiempo prolongado y se ocupan más en trabajar y tener otras prioridades. Esto, sin duda, influye mucho en tomar regularmente una decisión errada y quedar con alguien por recomendaciones de terceros y no porque así lo desea el corazón.
Hay que tomar en cuenta que el nivel de madurez de una mujer es mucho más elevado en la mayoría de los casos, y es, la que por lo general, está dispuesta a poner las cosas claras; en plantear lo que se desea y pautar las reglas del compromiso; es la que generalmente moldea la relación y le da sentido a lo que es y debe ser, porque de hecho somos más organizadas y leales.
El hombre, en cambio, necesita ser dirigido porque su cultura de “macho” le hace asumir una postura de “tener algo, pero seguir comportándose como soltero ante su grupo”, sobre todo en el caso de aquellos que son muy inmaduros, sin tomar en cuenta los deseos de su pareja y en muchos casos, no entiende que con esa actitud, empieza a tejer un camino de dudas, que puede terminar en un gran desencanto físico y emocional.
La necesidad de amar, nos hace cometer muchos errores: nos hace dar más de lo que se debe y muchas veces a incluso no exigir lo que corresponde, dando siempre oportunidad al cambio de actitud que, en la mayoría de los casos donde no se practica la honestidad, lamentablemente nunca llega, hasta que el descuidado o descuidada explota si no sabe controlar sus emociones, o sencillamente se aleja pacíficamente si su grado de madurez es alto.
La necesidad de que nos amen, hace que la tolerancia se desborde en su capacidad y dé cabida al irrespeto por parte de quien se ha dado cuenta de que lo tiene fácil y no perderá porque está seguro de los sentimientos de su pareja, a la que ya le ofreció los tres meses de publicidad engañosa y ahora está descubriendo “al personaje real”, pues la novela se ha acabado.
La gente se preguntará ¿y cuál es la aptitud y actitud qué debemos asumir al respecto?
En mi limitado conocimiento, pero como ser humano que ama, ha amado y amará, entiendo que lo importante es aprender a amarnos a nosotros mismos, antes que otro lo haga; saber que debemos respetarnos para respetar y exigir lo mismo de la otra parte, sin mentiras y poniendo las cosas claras desde el principio.
La necesidad de amar y de que nos amen, muchas veces nos lleva a, sin intención alguna, forzar situaciones que la otra parte no quiere concretar, pero que no define y se limita a titubear y decir “estoy contigo, eso es lo que cuenta”, pues no, lo que cuenta es ser honestos, respetar y valorar a quien nos ha abierto las puertas de su vida, de su hogar y sus sentimientos, cosas muy difíciles de establecer y encontrar en este mundo actual.
Hay muchas señales que indican cuando las cosas no marchan como deben, pero la necesidad de amar y de que nos amen, hace que intencionalmente las obviemos con la esperanza de que las cosas puedan mejorar.
A veces hasta sin amar a alguien preferimos permanecer ahí aplicando la pesimista frase “peor es no tener nada”, ¡pues no!, cada individuo merece tener eso que realmente lo haga sentir vivo, lo valore y respete.
A todo aquel que ande por ahí, vacilándose la vida sin aplicar sinceridad a sus relaciones, se le advierte que tenga mucho cuidado, porque estará condenándose a dejar ir, en muchos casos, a personas valiosas por decisiones inmaduras y un desenfoque total de lo que realmente quiere.
En definitiva, hay que tener mucho cuidado con nuestra urgencia de amar y de que nos amen, porque al final, toda relación que se fundamente en dudas, mentiras y falta de criterio y de respeto, están condenadas desde su origen… al fracaso.
Siempre he tenido la certeza de que la verdad une y de que las dudas asesinan todo vínculo que algún día inició con el consentimiento de dos, si no se aclaran las cosas cuando amerita.
Soy de las que cree que toda relación debe construirse poco a poco, pero debe ser cuestión de dos, si no es así, no vale la pena seguir desgastándose y concentrándose en algo que no satisface a ambos, que carece de evolución y es improductivo.
Un abrazo.
Adelaida Martínez R. (AMR)
La autora es comunicadora social, con maestría en periodismo.
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