Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 5 de agosto de 2014

Recogiendo palabras, porque eso cuenta

Para este martes vuelvo al ejercicio de recoger esos textos desparramados en las redes mientras vamos viviendo sus consecuencias. Son el resultado de arrebatados exorcismos con los cuales ir curando el tedio de los días sin novedades. Ah, también de la pasión desbordada cuando la vida se vive con intensidad.
 
Yo quiero un amor
    
Yo quiero un amor alado capaz de hacerme volar sobre el infinito mar de la ventura.
    
Yo quiero un amor cristalino, capaz de transformarse en cada verso y cada beso.

Yo quiero un amor cuyas mañanas tengan la intensa actitud del viernes por la noche.
    
Yo quiero un amor sin trincheras, libre de convencionalismos y fríos tratados de alcobas.
    
Yo quiero un amor de escaleras y puentes, calmo pero con la fuerza de un huracán para vencer el tedio de la sinrazón.
    
Yo quiero un amor azul, balanceándose sobre las nubes de los misterios encerrados en mis sueños. Invitándome siempre a habitar los suyos.
   
 Yo quiero un amor de golondrinas, buscando anidar los secretos rincones de mis anhelos.
    
Yo quiero un amor sencillo, capaz de darse sin miedo, sin restricciones ni ambivalencia.
    
Yo quiero un amor calmado, capaz de llenar mis noches de silencios intensos.
    
Yo quiero un amor capaz de besar como si fuera el último aliento de vida.
 
El efecto Chat

Vas pidiendo a la vida cascabeles de colores con sonido de ángeles.

Aletazos de arcoíris para poblar tu espacio de luces.
    
Sueñas y procuras con vehemente pasión la lámpara de Aladino para frotarla a gusto y conveniencia.

Haz solicitado ingreso a cuantos clubes de sonrisas y fortunas existen en el universo y zonas cercanas.

Pediste semillas de geranios eternos, sepas de orquídeas milenarias.
    
Haz danzando en honor a los dioses para que el amor definitivo se instale manso en tu alcoba, ese que viste de paz tus huellas.
    
Una mañana han dispuesto tu mesa con todo lo anhelado, pero estabas distraído en el chat y no te has dado cuenta...
 
Buscando anidar tu alma

Y te he buscado con el juego inocente de la pretendida bajada de la luna a tus brazos. La pueril oferta de trocar rosas por estrellas para adornar la almohada de tus sueños. Así, con la algarabía infantil producida por el rose de las manos.
   
 Te he buscado sin alevosía, que sea ya luego la piel que hable de urgencias.
   
 Y así lo he hecho porque mi amor no busca solo tu cuerpo, se ha empeñado en conquistar los perfiles de tu alma, en ahondar tus querencias, abonar con la pureza del sentimiento los días para disfrutarlos juntos, que la cama llamará en su momento.  
    
Apuesto a la ternura con sabor de manantial proveedor, es más duradero que el fuego mismo al que aspiro para acallar tus ansiedades.

Te busco de azul aunque el rojo invite al fuego. Si tus urgencias son otras, aguardo entonces por una nueva primavera, donde las flores busquen trascender la carne y sus efímeras palpitaciones. 
    
Total, lo que da sabor a la carne cuando los años se hacen con ella es la gracia cultivada al calor de las sonrisas compartidas.
    
Total, cuando el tiempo se encargue de deshilachar la piel y llenar de dolencias el lecho las únicas certezas que acercan los cuerpos son las querencias del alma.
 
Vivir de engaños

El amigo corría con la máscara bajo el brazo, la colocaba en su rostro cuando las circunstancias lo demandaban. Vivía a fuerza de hacer creer, de intentar llenar de fantasía su presa. Así durante siglos, como ella.
    
Acostumbrada al juego de la mentira. Complaciendo su cuerpo con revoltijos de arena mientras buscaba alimentar el alma con vientos de cañadas. La perseguían llena de duda porque en cada verbo abrigaba una mentira.
    
Era feliz, en esa burbuja triste de la apariencia, a veces le explotaba en la cara y la dejaba desnuda y sin dignidad, si le importaba no lo dejaba saber.
   
 Y así la queja ante el artesano anhelando le tomaran en serio. Este los miró y le dijo en tono compasivo, "es la cosecha de lo sembrado. Extraigan de raíz esa mala hierba, abonen de nuevo la tierra y siembren ahora desde la verdad, suele ser más dolorosa a veces pero sus espinas no laceran. Y recuerden que hasta las piadosas es veneno destructivo que corroe las entrañas."

Benjamín García.