Muy alejadas de las intenciones de Duarte, es el uso que se le ha dado a la justicia en esta República Dominicana. El manejo que los representantes de este poder público le han dado a varios casos de su incumbencia y de toda la ciudadanía, desdice de su rol. Nos mueve a serias interrogantes, reflexiones y comparaciones.
¡Con que maestría se hacen los ciegos, sordos y mudos, aquellos que deben velar, porque, las leyes regule las relaciones de esta sociedad! Como sirven las auto-declaraciones de incompetencias, las inhibiciones y otras irresponsabilidades. ¡Cuando la asunción personal de responsabilidad se trata y los enjuiciadores tienen poder de respuestas, los jueces hablan otros idiomas!
En este país, no hay ningún respeto a las normas de buenas costumbres. Frente a los intereses económicos nacionales y extranjeros, la justicia, es un instrumento avasallador y justificador por excelencia. Las normas, valores y principios que nos dieron origen, no tienen importancia. El sometimiento a intereses egoístas se justifica por estar adherido a acuerdos internacionales. ¡Buenos instrumentos para la igualación de las leyes, valores, aspiraciones y, tal vez, sometimiento, de todos los países a lo que controlan los organismos internacionales!
Trujillo y quienes le acompañaron, abusaron de su poder y, pusieron a la justicia a su favor. Cualquiera que quisiera hacerle daño a un vecino, sólo tenía que utilizar la frase “fulano de tal hablo contra el jefe”. Esta fue la más temida expresión durante todo el régimen. Muchos perdieron la vida por haber sido acusado de esto. Habría que investigar la cantidad de abusos y muertos que se produjo debido a esta causa.
Desaparecida la “Era trujillista”, se adopta una nueva acusación que había sido acuñada con Trujillo: “El mejor comunista es, el comunista muerto”. Los que desde la oscuridad asaltaron el poder en nuestro país, a partir de 1961, para consolidarse en el mismo y ganar el apoyo de EE.UU., aniquilaron, maltrataron, desmoralizaron, con la frase adoptada como fondo, a todo el que le adversaba. La población civil, pero, sobre todo el estudiantado, pasó a ser presa de estos abusadores.
Una sociedad cuyo principal fundamento constitucional es ser civil, y, aun siendo administrada por un individuo con estas características, “el argumento de entrada para maltratar a la población en las calles, siempre fue, y sigue siendo para muchos, el golpe y cállese civil”. Vivimos momentos muy duros, de grandes ladrones, cobardes y apoyados, que aún se esconden tras “tecnicismos democráticos”. De la imposición de las mismas armas a todos los imputados, los desaparecidos y la convivencia de la justicia con esta vagabundería, la historia guarda bastantes recuerdos.
Cabría destacar los cementerios de los que se enorgullecen tener muchos exjefes policiales y matones. De todo esto es momento de hablar. Quienes eran jueces, fiscales, chivatos y matones, de alguna forma, ante la historia, tienen que rendir cuenta. Ya es tiempo de que cada cual asuma la responsabilidad por lo que hizo. No son inocentes aquellos que mutilaron lo mejor de nuestra juventud para apropiarse de los recursos que dejo el sátrapa. ¡Sus hijos, los que usufructúan estas riquezas, deben saberlo!
La justicia sigue siendo una marioneta en los pensamientos, intereses y prácticas, de los políticos que nos gobiernan. De igual forma, de ciertos profesionales liberales y entes aprovechados de la sociedad civil. La elaboración de ciertas leyes en otras latitudes y copiadas y defendidas aquí, son elementos más que suficientes para pensar así. Ejemplo de esto son el código del menor y la ley a favor de la mujer.
Una evaluación de estas nos deja muy mal parado. Los problemas que estos han traído dejan mucho que desear. El simplismo con que se juzga a quienes ven en ellas más un problema que una solución, denota su no sostenibilidad. No extraña que una simple acusación sea suficiente para la instrumentación de una acción legal, sin que se haga una investigación. Tal vez por esto, tantas acciones suicidas. Volvemos, o nunca hemos salido, a época de control de la Santa Inquisición.
Los medios mediáticos se han convertido en jueces implacables. Los verdaderos jueces no deben dejarse manipular por la prensa. Su firme convicción de que la justicia debe ser justa, debe guiar siempre sus acciones. No tiene derecho a imponer justicia aquel individuo que con su dictamen en vez de defender a la sociedad, zahiere a uno de sus miembros, se inhibe, para evitar situaciones tortuosa. A ninguna parte se avoca una nación que, la justicia es aplicada por asesinos en las calles contra jóvenes a los que no se les brinda oportunidades.
Hasta que no se activen o creen mecanismo de autodefensa y limpieza, las leyes serán las herramientas idóneas para justificar abusos, irresponsabilidades y desigualdades. Estos la harán funcional. Los operativos, pasaran a ser instrumentos de excepción. Tal vez entonces, legisladores, jueces, fiscales, abogados, comentaristas, policías y entes particulares, las dejaran de narigonear a su antojo, sacándole dinero y poder. Cuando los abusos se vuelquen contra sus perpetradores, la situación del manejo de las leyes cambiará.
Autor: Gerson de la Rosa