“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (San Marcos).
En la actualidad la prensa escrita, radial, televisiva y de medios virtuales nos presenta un cuadro crítico de lo que acontece en el mundo: guerras, muertes, destrucción, violencia, tanto social como intrafamiliar que nos mueve a preguntarnos, qué está pasando o qué le está faltando a los habitantes del planeta tierra.
Si se medita se llegará a la conclusión de que creas o no, tengas fe o no, el gran problema que afecta a la sociedad es el vacío espiritual fruto de la ausencia de Dios en la vida del hombre y ese vacío es el que provoca que el género humano se esté autodestruyendo.
Es por la agudización del desequilibrio social que se realiza este enfoque a nivel nacional ya que la República Dominicana se ve amenazada por la delincuencia, la inseguridad, la proliferación de fenómenos sociales que degradan la dignidad humana y atentan contra las posibilidades de vivir en sociedad.
Se advierte que debe existir una causa general que provoque esta degradación y de manera clara y precisa se advierte que la ausencia de Dios es tan extrema que el género humano destruye la fuente de la vida, en las postrimerías del año que cursamos más de doscientas mujeres han muerto, lo que implica más que la pérdida de la vida, la destrucción de un hogar, el daño socio-emocional a los hijos que crecen bajo esta trayectoria y conviven con ella sin subsanar las heridas en un elevado porcentaje de los casos por la carencia de los programas de salud familiar.
A diario se escuchan noticias negativas sobre la interacción humana: muertes, daños, robos, violaciones y demás y esto se debe a que, a la ausencia del temor de Dios, del respeto al máximo precepto: el amor. El amor al prójimo, quien no es más que el que está a nuestro lado y convive con cada uno de nosotros en la cotidianidad. Rescatemos este valor y propugnemos por su puesta en marcha en cada acción de la vida cotidiana que se realice para restablecer la convivencia en la sociedad.
Por René Burgos.
El autor es abogado.