POR OSCAR
QUEZADA
Francina Hungría está viva para contarlo. Uno de dos asaltantes le disparó a la cabeza. Tuvo suerte, porque no murió, pero hay muchas posibilidades de que quede ciega. La ingeniera de 28 años permanecía ayer en la sala de cuidados intensivos de la clínica Abel González. No ha perdido el conocimiento, pero cuando suele pronunciar palabras lo hace para preguntar: “¿qué pasará con mi vista?”; “¿Quedaré ciega?”. Los médicos quisieran darle buenas noticias, pero los pronósticos no la favorecen.
Frank Hungría,
padre de Francina, está demolido por la tragedia que hoy sufre su primera hija.
Sabe mejor que nadie la condición en la que se encuentra. Lo perturba pensar que
su hija no merecía una experiencia que podría troncharle su
carrera.
Cuando le
dispararon Francina salía del proyecto de construcción de un edificio en el
ensanche Piantini, como parte de un equipo de ingenieros a cargo de una compañía
privada.
“Ella tiene
esperanzas. Nosotros estamos agarrados de Dios”, expresó el padre de la
profesional egresada de la facultad de Ingeniería del Instituto Tecnológico de
Santo Domingo (Intec).
La joven
ingeniera no era la víctima que los dos asaltantes tenían en la mira. Los
bandoleros, que aún no han sido apresados, habían despojado de un bolso a la
señora Josefina Bogaert, en un intento por quitarle el dinero de una
pensión.
En su afán por huir tras cometer su fechoría, los dos
hombres vieron que Francina se desplazaba en una yipeta, entonces le dispararon
para quitarle el vehículo y así apresurar su fuga.
La desgracia,
acontecida a esta mujer mientras salía del trabajo, ocurrió el pasado viernes.
Ese mismo día, pasadas las 6:00 de la tarde, le extirparon el ojo derecho,
porque la bala penetró por ese lado del rostro y salió por el
izquierdo.
Los daños
ocasionados al ojo izquierdo son considerables, por eso los médicos no se
aventuran a decir lo que Francina quisiera escuchar, que le salvarán la visión
del ojo que le queda.
La familia de
Francina contempla viajar a Estados Unidos, para ver si pueden salvarle lo que
le queda de vista.
Si evolucionaba
satisfactoriamente, dentro de su condición clínica, los médicos tenían previsto
sacarla en la tarde de ayer de la sala de cuidados intensivos. “Mi hija solo
pregunta por su vista. El daño que le han hecho es irreparable”, lamentó Frank,
mientras esperabas resultados en la clínica.