Julio Vasquez.

Radio Renacer

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viernes, 2 de septiembre de 2011

Violencia y pandilleros.


La forma apasible y segura en que en décadas pasadas transcurría la vida en barrios citadinos se ha convertido en algunas zonas en un infierno por donde merodean delincuentes de toda laya.

Vecindarios enteros donde gente honesta y trabajadora tiene derecho a vivir en paz junto a sus familias, son aterrorizados por pandilleros que cometen todo tipo de tropelías.

Los continuos desmanes de vándalos y antisociales que cometen fechorías, impunemente, han desbordado la capacidad de las autoridades para garantizar tranquilidad en populosas barriadas.

Este es el estado de terror y violencia continua que atormenta al ensanche Luperón, donde sus moradores están tan atemorizados que se cuidan de narrar sus padecimientos, por temor a represalias de parte de facinerosos fuera de control.

Allí la gente conoce y sufre los pleitos entre pandillas, pero tiene miedo de hablar y los que acceden a ser entrevistados por miembros de la prensa piden como condición no ser identificados.

En medio de su impotencia frente a este deplorable panorama, los moradores del ensanche Luperón exigen una mayor y más eficiente patrullaje policial para combatir a los delincuentes que deambulan por el sector.

Un estado similar de violencia y desesperación afecta a los habitantes del sector Madre Vieja, en San Cristóbal, donde delincuentes imponen a diario la violencia y el terror.

A punta de pistola, atormentan familias y ahuyentan a personas comprometidas con causas justas y altas responsabilidades, como la jueza Claribel Nivar Arias, quien tuvo que abandonar su casa por motivos de seguridad.

La creación del programa denominado Barrio Seguro ha sido una buena iniciativa para contrarrestar la violencia delictiva, pero ya los delincuentes andan por todas partes y armados hasta los dientes.

Muchos ciudadanos también portan armas como medio de autoprotección y para repeler ataques, como ocurrió ayer a un ciudadano francés, que mató de varios disparos a un presunto asaltante.

Este fenómeno de una violencia criminal que tiende a generalizarse debe ser analizado más allá de las estadísticas y de las percepciones.