Autor: José Ernesto Devárez hijo.
En nuestro país existen cientos de comunicadores en la radio, televisión, prensa escrita y prensa digital que, pese a no ser periodistas de carrera, han sido confiados con espacios en los medios masivos de comunicación. Esta realidad implica que, al incursionar en los medios, esos comunicadores heredan la misma responsabilidad social que todo periodista debe asumir como parte integral de esa profesión.
La labor que desempeña un comunicador es de vital importancia para la formación social de los pueblos. El ejercicio de la comunicación responsable implica la educación mediante la formación de criterios objetivos en torno a los temas nodales de toda nación progresista. A esta importante labor se le une la de informar y fungir de balanza entre los diferentes sectores políticos y sociales. Como el maestro, un comunicador tiene la capacidad y los medios de instruir, educar y valorar criterios ante la opinión pública convirtiéndose, quiérase o no, en vehículos de formación. Por desgracia, muchos cuasi-periodistas y seudo-comunicadores han faltado a la responsabilidad inherente para con la sociedad, al utilizar como vehículo de comunicación el sensacionalismo, la desinformación y la práctica desenfrenada de poner sus plumas, micrófonos y cámaras en venta.
Siempre recuerdo, mientras iba creciendo entre libreros y cámaras de fotografía propias de una época “antigua”, la manera en que principie a interesarme por el periodismo. Poco a poco y, a través de obras de Don Juan Bosch y artículos de opinión de Huchi Lora, entendí que la labor de un periodista, para ser realmente valiosa y justa, debe ser ejercida con la finalidad de servirle a la sociedad. De otra manera, y aun así lo internalizo, no se está cumpliendo con la cuota que a cada comunicador le toca para el desarrollo social de nuestra nación. Entendí que de nada vale la crítica si esta es indiscriminada, partidista, carente de objetividad, sensacionalista e irresponsable. En fin, el ejercicio del periodismo quedó grabado en mi mente como la labor de un alfarero, moldeando mentes, criterios e inquietudes en le seno mismo del pueblo. Resultó sencillo enamorarme de aquella idea guajira…
Pero hoy en día, navegando alrededor de periodistas encomiables, tenemos la desgracia de contar con perfectos bufones que se mofan tanto del periodismo como de la comunicación, utilizando sus espacios para embarrar todo cuanto tocan. Estos comunicadores irresponsables han venido ensuciando la labor que muchos llevan décadas realizando en nuestro terruño. Enarbolando la vana e inescrupulosa excusa de “eso es lo que vende” y muy lejos de abordar temas con objetividad, varios “profesionales” faltos de la mas mínima moral y ética para empalmar un micrófono se han dado a la tarea de desorientar a nuestra sociedad, irrespetando el ejercicio de esta profesión. Su finalidad es hacer engordar sus bolsillos a como de lugar, sin importar el daño social que implica el abordar temas de importancia utilizando filtros maquiavélicos y el sensacionalismo mediático.
Desde la dictadura de Trujillo y durante toda la época de Balaguer, los pilares periodísticos dominicanos han labrado un camino que las nuevas generaciones debemos defender. Mientras es un deber de todos contrarrestar cualquier intento de coartar la libertad de prensa independientemente de la fuente, también es importante comenzar a sanear los medios de comunicación de entes que carcomen y degradan la labor periodística y la comunicación. Estos individuos no sólo atentan contra la credibilidad de todo periodista o comunicador ejerciendo en los medios, sino que también sirven como fuentes de desinformación y animalización de nuestra población al utilizar sus bocinas en búsqueda del efectismo mediático. ¿De qué otro modo podemos catalogar el pronunciamiento de un comunicador que se manifiesta ante un hecho delictivo invocando el triunfo en un juego de azar como si se tratase de un chiste o algo jocoso?.
Desde niño gravite hacia el periodismo gracias a la influencia de mi viejo y a la labor de otros periodistas contemporáneos a él que merecían y, aun merecen, todo mi respeto y admiración por la manera en que han ejercido esta profesión. Estos periodistas, viejos lobos en esta selva y quienes siguen instruyendo a novillos como yo, han demostrado que cuando se utiliza un medio masivo de comunicación para difundir criterios, la responsabilidad social debe primar. Siendo esto así: ¿por qué permitir que títeres desvaloricen este ejercicio? ¿Dónde están los parámetros para la difusión en nuestros medios?
Ambos, nuestra población y el periodismo, merecen más respeto del que se le está otorgando.
jueves, 8 de septiembre de 2011
La responsabilidad social del comunicador
8:58 a. m.