Julio Vasquez.

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martes, 16 de febrero de 2016

Papa en Morelia: La oración es antídoto ante resignación y acedia, armas del demonio

-El Papa reza en la Misa ante la Virgen. Foto: Captura Youtube
 El Papa Francisco celebró una emocionante Misa con unas 20.000 personas entre sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas, en el estadio “Venustiano Carranza” en la ciudad de Morelia, estado de Michoacán en el centro-occidente de México.
En su homilía, Francisco aconsejó orar para combatir al demonio, que utiliza la resignación y la acedia -la pereza espiritual- como sus principales armas. Además, aseguró que el modo de rezar deja entrever el estilo devida que uno lleva.
Al llegar a Morelia las muestras de cariño y alegría se sucedieron al igual que los días anteriores entre la multitud, calculada en unas 300.000 personas, que esperaba el paso del Pontífice en papamóvil durante las primeras hora de la mañana.
A su llegada al estado, las miles de personas allí reunidas estallaron en vítores y aplausos al Santo Padre, quien se desplazó en el interior del estadio en un pequeño vehículo de color blanco con el escudo papal. Desde él fue saludando a los fieles hasta que llegó a la sacristía.
La celebración se realizó en español y en la lengua indígena purepécha, la lengua oficial de un pueblo que vive en este estado y cuyos miembros fueron conocidos en la antigüedad como los “michoacas” o “michoacanos”.Las actividades básicas de la mayoría de los purépechas son la agricultura, ganadería, alfarería, pesca y la elaboración de diversas artesanías y trajes típicos de su cultura.
En la Misa, el Papa Francisco utilizó el báculo y el cáliz del primer Obispo de Michoacán, Mons. Vasco de Quiroga, conocido por todos como “Tata Vasco”. Un coro de más de 200 voces se encargó de la música en la liturgia.
En la homilía el Santo Padre recordó la importancia de la oración y de reconocer a Dios como Padre. “A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración”, dijo.
Jesús enseñó a sus discípulos la fe, “los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: Padre nuestro”.
Francisco explicó que “nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, ay de nosotros si no la compartimos, ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros”.
“No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: Padre nuestro”, agregó.
Sobre las tentaciones que pueden “asediar” a todo hombre, el Papa indicó que se resumen en una que es el arma preferida del demonio: la resignación. “Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras ‘sacristías’ y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos impide arriesgar y transformar”, denunció.
Cuando esto suceda y para luchar contra esta tentación, Francisco aconsejó acudir a la “memoria” y “recuperar la historia que nos ha traído hasta acá”.
Poco antes de terminar su homilía, el Pontífice recordó al primer Obispo de Michoacán, “conocido como Tata Vasco, como el español que se hizo indio”.
Al final de la Misa, Mons. Salvador Rangel Mendoza, Obispo de Chilpancingo-Chilapa y responsable de la dimensión de la Vida Consagrada, pronunció unas palabras de agradecimiento.
“Nos sentimos muy alegres y bendecidos del Señor por tenerlo entre nosotros, por lo que es y lo que representa, ya que ha venido a confirmarnos en la fe, a alentar nuestra esperanza, y a animarnos a ser más solidarios como Iglesia, particularmente con los más pobres”.
Además, manifestó al Papa que “su visita nos alienta a caminar por los caminos de la alegría del Evangelio, a ir e instalarnos en las periferias existenciales de la mujer y de hombre de nuestro tiempo, con espíritu de misericordia y sentido profético para poder contribuir a la construcción del Reino y a un México más justo, reconciliado y en paz”.

Por Alvaro de Juana/ ACI