Julio Vasquez.

Radio Renacer

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jueves, 18 de febrero de 2016

Carnaval desenfreno de lujuria e idolatría

Rafael Baldayac

“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16)

Una lujuriosa fiesta babilónica donde se hacían grandes orgias, mezcladas con la celebración del “purim”, en la que  los israelitas se ponían mascaras para ocultar la identidad, constituyen el origen del carnaval. 
    
Carnaval significa “Fiesta de la Carne”, y en sus orígenes era una festividad religiosa, en vísperas de la cuaresma ante la perspectiva de pasar 40 días en abstinencia de la carne.  
   
 Los babilonios, atraídos por la celebración judía, tomaron la idea de las máscaras y la combinaron con su fiesta. Resultado: “Todos con todos, y al día siguiente nadie tenía compromiso con nadie.” Era una oportunidad excelente para aquellos que deseaban engañar a sus conyugues.
    
En tiempos antiguos  estos religiosos se hartaban hasta saciedad de comida, asados y frituras, se pintaban, disfrazaban y por sobre todas las cosas criticaban y burlaban de las autoridades. 
    
Todo ello bajo la invocación, no del Dios, sino de “Momo”, dios de la burla en la mitología Greco-Latina, hijo de la noche y el sueño, aún los mortales eran objeto de sus burlas.

Al Rey Momo se le presentaba como un personaje estrafalario, coronado con un ridículo gorro adornado de cascabeles, siempre mantenía una mueca burlona, una máscara que le cubría la mitad del rostro, y también en su mano sostenía un muñeco, símbolo de la locura Báquica, Baco “dios del vino”.
    
El carnaval era un festival que se hacía en honor a tres dioses; Eros = sexo; Pan = música y Baco = licor. Una burla a la trinidad de Dios (Padre, Hijo y Espíritu santo). Continua siendo fiestas y parrandas, bailes obscenos, cuerpos al descubierto, insinuaciones a relaciones sexuales, violencia, alcohol, drogas, desenfreno.
     
Un cristiano espiritual no debería celebrar esta fiesta pagana. “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden, y los que viven según carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).  
    
Mientras que en Santiago 4:4 dice ¡oh almas adulteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera pues que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

Carnaval en resumen significa “desenfreno, lujuria e idolatría con antifaz”.  “El Carnaval del mundo engaña tanto que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas”
    
¿Puede un cristiano participar en el carnaval? de poder hacerlo, puede, en el entendido de que no existe ningún impedimento físico que se lo prohíba, sin embargo recordemos las palabras del Apóstol Pablo:
 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23)

La esencia del carnaval se encuentra en el descontrol, es una época de permisividad, darle gusto a la carne, dejarse llevar por los placeres del mundo como un desahogo antes del inicio de la cuaresma, época de ayuno, recato, oración y en general abstención de cualquier tipo de placer mundano.
    
No es una festividad que se encuentre en la Biblia, al contrario es  una tradición humana e idólatra.  “Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.” (1 Corintios 10:14). Como cristianos estamos llamados a hacer morir nuestra carne ¡no a celebrarla! 
Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas… (Gálatas 5:19-21)
   
 Contrarias al festejo de la carne, la conclusión más que obvia es que un cristiano no debe participar en el carnaval, no es una festividad que glorifique a Dios de ninguna forma, no trae edificación y contradice abiertamente la Palabra de Dios. 
    
Aprovechemos esos días para orar por todas las personas a nuestro alrededor, que el Espíritu Santo abra sus ojos, quebrante sus corazones y les haga ver que están alejados de Dios y necesitan reconciliarse con El y la única forma de lograrlo es a través de Jesucristo.
Rafael Baldayac