Su Santidad subrayó el daño que hacen estos “adoradores de sí mismos”. Son personas que, de a poco, se han sentido “autónomas de Dios”, y se convierten en sus propios “dioses”
Crédito foto: Reuters
Fue en la misa en Santa Marta esta mañana, durante la cual el Papa habló de “tres modelos de cristianos en la Iglesia: pecadores, corruptos y santos”.
“De los pecadores no hace falta hablar demasiado, porque todos lo somos -dijo. Nos conocemos de adentro y sabemos lo que es un pecador. Y si alguno de nosotros no se siente así, vaya a hacer una visita al médico espiritual porque algo no va”.
No es la primera vez que el Papa diferencia entre pecadores y corruptos; ya lo había hecho en otra homilía, al hablar del apóstol Pedro. A esto se suman sus reiteradas condenas al “culto al dinero”.
Ahora, partiendo de la parábola en la cual unos labradores intentan apoderarse de la propiedad de su patrón, Francisco preguntó: “¿Qué pasa cuando queremos convertirnos en dueños de la viña? Esta parábola nos habla de aquellos que quieren apoderarse de la viña y han perdido la relación con el Patrón de la viña”. Un Patrón que, agregó, “nos ha llamado con amor, nos cuida, pero luego nos da la libertad”.
Estas personas, explicó el Papa, “se sintieron fuertes, se sintieron autónomas de Dios, poquito a poco, se han ido deslizando hacia la autonomía, autonomía en la relación con Dios: ‘no necesitamos al Patrón, ¡que no venga a molestarnos!’ ¡Esos son los corruptos! Los que eran pecadores como todos nosotros, pero no han dado un paso adelante, como si se hubiesen consolidado en el pecado: ¡no necesitan a Dios! Pero como en su código genético está la relación con Dios, y eso no pueden negarlo, se hacen un dios especial: ellos mismos son dios. Son los corruptos”.
A continuación apeló al ejemplo de Judas, que pasó “de pecador avaro a la corrupción”. “Es un camino peligroso el de la autonomía: los corruptos son grandes desmemoriados, han olvidado este amor, con el cual el Señor hizo la viña, ¡los hizo a ellos! Han cortado la relación con este amor. Y se han convertido en adoradores de sí mismos. ¡Cuánto mal les hacen los corruptos a las comunidades cristianas! Que el Señor nos libere de caer en este camino de la corrupción”, dijo Francisco.
El Papa habló también de los santos, recordando que hoy es el 50º aniversario de la muerte de Juan XXIII, “modelo de santidad”. Los santos, dijo, son “los que van a cobrar el alquiler [y son asesinados por los viñateros] de la viña: saben lo que les espera, pero deben hacerlo y cumplen con su deber”.
Y concluyó entonces: “Los santos, los que obedecen al Señor, los que adoran al Señor, los que no han perdido la memoria del amor con el cual Él hizo la viña. Y así como los corruptos le hacen tanto daño a la Iglesia, los santos le hacen mucho bien. De los corruptos, el apóstol Juan dice que son el anticristo, que están entre nosotros, pero que no son de los nuestros. De los santos, la Palabra de Dios nos habla como de luces, ‘aquellos que estarán frente al trono de Dios, en adoración’".
"Pidamos hoy al Señor -dijo Francisco- la gracia de sentirnos pecadores, pero verdaderamente pecadores, no pecadores difusos, sino pecadores por esto, esto y esto, concretos, con la concreción del pecado. Pidamos la gracia de no convertirnos en corruptos: ¡pecadores sí, corruptos no! Y la gracia de ir por el camino de la Santidad”.
“De los pecadores no hace falta hablar demasiado, porque todos lo somos -dijo. Nos conocemos de adentro y sabemos lo que es un pecador. Y si alguno de nosotros no se siente así, vaya a hacer una visita al médico espiritual porque algo no va”.
No es la primera vez que el Papa diferencia entre pecadores y corruptos; ya lo había hecho en otra homilía, al hablar del apóstol Pedro. A esto se suman sus reiteradas condenas al “culto al dinero”.
Ahora, partiendo de la parábola en la cual unos labradores intentan apoderarse de la propiedad de su patrón, Francisco preguntó: “¿Qué pasa cuando queremos convertirnos en dueños de la viña? Esta parábola nos habla de aquellos que quieren apoderarse de la viña y han perdido la relación con el Patrón de la viña”. Un Patrón que, agregó, “nos ha llamado con amor, nos cuida, pero luego nos da la libertad”.
Estas personas, explicó el Papa, “se sintieron fuertes, se sintieron autónomas de Dios, poquito a poco, se han ido deslizando hacia la autonomía, autonomía en la relación con Dios: ‘no necesitamos al Patrón, ¡que no venga a molestarnos!’ ¡Esos son los corruptos! Los que eran pecadores como todos nosotros, pero no han dado un paso adelante, como si se hubiesen consolidado en el pecado: ¡no necesitan a Dios! Pero como en su código genético está la relación con Dios, y eso no pueden negarlo, se hacen un dios especial: ellos mismos son dios. Son los corruptos”.
A continuación apeló al ejemplo de Judas, que pasó “de pecador avaro a la corrupción”. “Es un camino peligroso el de la autonomía: los corruptos son grandes desmemoriados, han olvidado este amor, con el cual el Señor hizo la viña, ¡los hizo a ellos! Han cortado la relación con este amor. Y se han convertido en adoradores de sí mismos. ¡Cuánto mal les hacen los corruptos a las comunidades cristianas! Que el Señor nos libere de caer en este camino de la corrupción”, dijo Francisco.
El Papa habló también de los santos, recordando que hoy es el 50º aniversario de la muerte de Juan XXIII, “modelo de santidad”. Los santos, dijo, son “los que van a cobrar el alquiler [y son asesinados por los viñateros] de la viña: saben lo que les espera, pero deben hacerlo y cumplen con su deber”.
Y concluyó entonces: “Los santos, los que obedecen al Señor, los que adoran al Señor, los que no han perdido la memoria del amor con el cual Él hizo la viña. Y así como los corruptos le hacen tanto daño a la Iglesia, los santos le hacen mucho bien. De los corruptos, el apóstol Juan dice que son el anticristo, que están entre nosotros, pero que no son de los nuestros. De los santos, la Palabra de Dios nos habla como de luces, ‘aquellos que estarán frente al trono de Dios, en adoración’".
"Pidamos hoy al Señor -dijo Francisco- la gracia de sentirnos pecadores, pero verdaderamente pecadores, no pecadores difusos, sino pecadores por esto, esto y esto, concretos, con la concreción del pecado. Pidamos la gracia de no convertirnos en corruptos: ¡pecadores sí, corruptos no! Y la gracia de ir por el camino de la Santidad”.