Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 2 de abril de 2013

“Jesús vino a rescatar lo que se había perdido”

La cruz, emblema de amor y esperanza para los cristianos, motivó la exposición “Jesús vino a buscar lo que se había perdido”, del Centro Fe y Cultura Roberto Bellarminio.

En el colectivo de cruces hechas con materiales reciclables, participan instituciones y personas ligadas a la vida religiosa y activistas de dicho centro, con creativas e ingeniosas formas de ver el sacrificio más grande que ojos humanos hayan visto.

El madero en el que Jesús venció la muerte, vistió los colores y texturas del reciclaje, siendo ésta la primera muestra en esta temática.

La exposición de la cruz, que representa la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, ya que venció a la muerte en sí misma y rescató a la humanidad de la condenación, es exhibida al público desde el pasado lunes, hasta el Viernes Santo, con motivo de la celebración de la cuaresma.

En cada presentación y versión hay un común denominador, el sufrimiento de Cristo y el vertimiento de su propia sangre sobre la cruz, que muestran el plan de salvación de Dios para el hombre.

La cruz, que es sinónimo de perdón, reconciliación y redención para los cristianos, es una oportunidad maravillosa para unir en un solo sentir a la ferviente feligresía.

De ella participaron instituciones como el politécnico Loyola de San Cristóbal, la Escuela Radiofónica Santa María, así como los internos del recinto penitenciario de Rafey, quienes pertenecen a la membresía de la Escuela del Perdón y Reconciliación del Centro Bellarminio, una célula de la referida institución, que trabaja la restauración de dichos internos.

Con el tema: “Nuestro Dios es un Dios que se acerca”, el grupo de internos de Rafey participó de la muestra, con materiales reciclados como la madera, cascarones de huevos, cartón, entre otros.

Significado de la "Cruz Gloriosa"

No fue hasta el siglo IV cuando la cruz se convirtió en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación.

La Cruz, sobre la que Cristo reina, tiene una dimensión mucho más trascendente de la que podamos imaginar.

El hecho de ser alzada tiene también una cierta relación con otro personaje de la historia sagrada: Jacob.

Como relatan las Escrituras, Jacob, en un momento de su vida tiene una revelación en forma de sueño. La escalera que él vislumbra en este sueño (Gn.28,12) por la que suben y bajan los ángeles es una imagen fiel reflejo de la cruz de Cristo.

Así como la escalera del sueño de Jacob unía el cielo y la tierra del mismo modo la cruz de Cristo “rompe el velo” que separaba al hombre de Dios (Lc.23, Mc.15, Mt.27), y le permite contemplar y gustar de su amor y misericordia. Cristo, siervo de los siervos, ha reunido lo que en un principio estaba unido y quedó separado por la caída de Adán y Eva.

La distancia y la incomunicación que había aparecido entre el hombre y Dios, por el pecado de nuestros padres, fue salvada por la Cruz.

La cruz, levantada sobre esta base que representa el mal, simboliza y anuncia la victoria de la Vida sobre la muerte, de la verdad sobre la mentira.

Por tanto la “Cruz Gloriosa” que se eleva sobre esta base que simboliza el mal reproduce fielmente la victoria de Cristo sobre la muerte, y su elevación, además de significar la gloria y majestad del mismo (Flp. 2,9), indica que sólo Cristo ha sido capaz de “cubrir de vergüenza la muerte”, como dice Melitón de Sardes en su Homilía, mostrando así que ésta no tiene poder sobre Él, y que Él si tiene poder sobre ella, de tal modo que todo el que crea en el nombre del Señor se salvará. 

Johanna Beltré