Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 23 de abril de 2013

Mi experiencia ante operación

Siempre viviré agradecido, que ante la desgracia que he tenido, junto a mi familia, que transitar por el hecho de mi atentado, el 2 de junio del 2010; es que he compartido y he estado rodeado de los mejores sentimientos del ser humano, que han sabido brindar su mano amiga y el calor solidario.

Una situación diosidente que se dio previa a nuestra operación es que el mismo médico que me operó era el mismo que lo hizo, en la misma fecha y lugar, a la joven ingeniera Francina Hungría. Ella al igual que yo, tuvo la gracia y oportunidad de contar con un personal médico, no solamente con la capacidad y el conocimiento, sino con un gran corazón y un sentido de humanidad fuera de lo mercurial, estando fuera del país y donde somos dos desconocidos. He tenido siempre la dicha de haber sentido ese mismo sentimiento y trato con todo aquel médico, que ha puesto una mano en mi cuerpo para buscar la mejoría en mi salud.

A pesar de que todo aquel que pierde un miembro de su cuerpo piensa que una parte de si mismo se ha ido y no se recupera y no resulta fácil adecuarse a la idea de principio, de la extracción de una parte importante y vital de ti. Sin embargo, estoy acorde con lo que antes de la operación, mi esposa Katty, me expresó lo siguiente: ”no te preocupes, con esta operación, estás cerrando un capítulo de tu vida”. Hay veces que no deseamos enfrentar las cosas y siempre estarán ahí, hasta que decidas hacerlo para buscar “cerrar esos capítulos que aún permanecen abiertos en tu vida, pero que requieres resolverlos y darles punto final, eso hice con el caso de mi ojo derecho, del cual ya no había visión y me estaba causando molestias y dolor.

No les voy a negar que lo expresado por mi esposa, me dio aliento suficiente para entender que esta era una de las cosas de tantas, de este proceso, que debo y debemos enfrentar como familia y que rehuir no es lo que se supone, es la actitud correcta, aunque es lo que normalmente, desde el punto de vista humano, se piensa de primer plano.

El Todopoderoso tuvo su labor también porque ante tantas cosas que corrían por mi mente ante la operación, me puso al frente el caso de la joven Francina, de mucho valor, coraje y fortaleza, para que seguir adelante. El nos permitió encontrarnos nuevamente en situaciones distintas a la primera ocasión, cuando la conocí a propósito de una visita que le girará en la ciudad capital para darle mi abrazo y mano solidaria. Ahora, nos colocaba el uno al otro, para que nos diéramos cuenta que “todo pasa”, cada cosa tiene su momento y su proceso. Para que nos diéramos apoyo y ánimo mutuo. Que entendiéramos que, uno y otro enfrentábamos, un obstáculo distinto, pero que nos unía por la misma situación del fenómeno de la delincuencia y el crimen organizado. Que uno y otro, somos el fruto de lo que es la necesidad de enfrentar en nuestro país y ante una sociedad que cada día ofrece más señales de descomposición y que necesita ser revitalizada y urge de cambios.

Que nos indica que debemos apreciar y agradecer lo grande que es luchar por la vida y no tener temor ante los delincuentes y que requerimos hacerle frente.

ebo seguir dando gracias a Dios, porque ha permitido que todo aquel que ha estado a mi lado en este proceso, tanto el legal como el médico, tanto en el país como en el extranjero, de personas que me muestran que son más, los y las, que están imbuidas de un gran corazón, que suplen los momentos, las circunstancias y aquellos y aquellas que muestran su peor actitud ante la vida y ante los demás.

La experiencia de mi operación tuvo mucho de positivo, no solamente el que todo saliera bien, sino el hecho de compartir el mismo centro hospitalario y piso, con una joven que ha pasado por la misma experiencia que yo, y pude seguir palpando en ella, la gran fe que posee. Asimismo, me ha permitido “cerrar un capítulo” y mejorar aún más mi salud que se había visto momentáneamente afectada.

Sigo pensando después de esta experiencia que he vivido y que la he visto en Francina, que los malos ciudadanos, hombres y mujeres, tienen cabida, siempre y cuando los de buen corazón y actitud, dejan de hacer lo que se suponen deben hacer y para los que están llamados a llevar a cabo en su rol dentro de la sociedad.

Gracias a Dios y a todos y todas las que siguen dando sus mejores deseos y mostrando sus mejores actitudes para hacer que experiencias como estas le saquemos lo más positivo que lo negativo y que sirva de aliento suficiente para cuando se nos presentan las situaciones y experiencias amargas que nos golpean, recordarlas y seguir adelante con el mismo ahínco.

 
Lic. Jordi Veras.