Julio Vasquez.

Radio Renacer

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viernes, 13 de enero de 2012

La biblia en su casa.

En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos.
No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas.
CRISTO ES NUESTRO SUMO SACERDOTE

Tenemos, pues, un sumo sacerdote excepcional, que ha entrado en el mismo cielo, Jesús, el Hijo de Dios. Esto es suficiente para que nos mantengamos firmes en la fe que profesamos.
Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado.
Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al Dios de bondad, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno.


Salmo
Sal 19, 8; 9; 10; 15


La ley del Señor es perfecta, es remedio para el alma, toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.


Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría. Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.


El temor del Señor es un diamante, que dura para siempre; los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.


¡Ojalá te gusten las palabras de mi boca, esta meditación a solas ante ti, oh Señor, mi Roca y Redentor!



Evangelio
Mc 2, 13-17
HE VENIDO A LLAMAR A LOS PECADORES

Jesús salió otra vez por las orillas del lago; todo el mundo venía a verlo y él les enseñaba.
Mientras caminaba, vio a un cobrador de impuestos sentado en su despacho. Era Leví, hijo de Alfeo. Jesús le dijo: "Sígueme." Y él se levantó y lo siguió.
Jesús estuvo comiendo en la casa de Leví, y algunos cobradores de impuestos y pecadores estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos; en realidad eran un buen número. Pero también seguían a Jesús
maestros de la Ley del grupo de los fariseos y, al verlo sentado a la misma mesa con pecadores y cobradores de impuestos, dijeron a los discípulos: "¿Qué es esto? ¡Está comiendo con publicanos y pecadores!"
Jesús los oyó y les dijo: "No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores."