Julio Vasquez.

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viernes, 22 de julio de 2011

Delicias enlatadas


Caius Apicius | EFE
Madrid
Parece mentira, pero a estas alturas todavía hay quienes miran no ya con desconfianza, sino con auténtico desprecio, las latas de conserva; les parece que comer “de lata” es comer mal, cuando no tiene por qué ser así, salvo que las latas que utilice sean conservas de mala calidad.

Porque hay joyas. Para empezar, habría que recordar a estos ciudadanos que la máxima encarnación del lujo gastronómico viene en lata, o en tarro de cristal: el caviar.

El caviar es una semiconserva, y no por ello es despreciable. Pero no vamos a irnos tan altos en la escala de precios y el lujo, ni siquiera a las alturas a las que nos podría llevar un buen bloc de foie-gras, que tampoco es barato, si es de calidad y no está para hacerle un feo.

El abuso, qué duda cabe, es malo. Yo no voy a aconsejarles nunca que, como un amigo mío, pongan en su mesa más que comida “de marca”, aludiendo con esa expresión a las etiquetas de las latas que abren en su casa todos los días.

No es eso. Pero que pueden hacerse platos, e incluso menús completos, muy atractivos con poco más que un abrelatas... que no les quepa la menor duda.

Por cierto, elijan bien su abrelatas. Hoy los hay teóricamente perfectos, eléctricos, aparatosos... Yo, que para todo lo manual soy un torpe “de manual”, sigo usando el pequeño, sencillo e infalible abrelatas de explorador. Reconozco, eso sí, que el sistema llamado “abrefácil” ha mejorado bastante y ya no es fácil que el ejerciente se lleve un dedo por delante al abrir una lata sin poner cuidado.

Empecemos por un aperitivo marisquero: unos buenos mejillones en escabeche, ya saben, esa salsa roja tan deliciosa que acompaña al molusco.

Aunque se coticen más, no son los ejemplares “gigantes” los que más me gustan; prefiero una latita con diez piezas que otra, de igual peso, que sólo contenga seis.

El de los mejillones en escabeche es el único caso, junto a las sardinas en aceite de oliva, en el que no es aconsejable cambiarles el líquido de gobierno.