Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 12 de julio de 2011

Facundo: “un verso que se renueva en la muerte”

Escrito por Benjamín García.


Cómo es posible no ser feliz en tan bello planeta, en esta vida que es toda una fiesta”. Facundo Cabral


Aún sin derramar una lágrima, mi alma se desangra, por eso: ¡Confieso haber llorado! No puede ser posible, una paloma de paz ha caído víctima de la violencia descarnada, que por desgracia, se aposenta en el mundo. Era temprano el sábado cuando recibí la llamada de un amigo para informarme, que en un acto de cobardía, habían asesinado de manera brutal a Facundo Cabral.

Y cómo evitar que empezaran a amontarse los recuerdos. Las veces que fui a sus conciertos. Magistral, imponente, sólo él y su guitarra, vestido de azul vaquero, un atril, y su magia, en medio del escenario del Gran Teatro del Cibao, de donde salíamos, a pesar de lo simple de la puesta en escena, sencillamente alucinados. Cómo no volver, como siempre vuelvo, a sus canciones. Recordarle en la radio de los 80´s, antes de la invasión del mal gusto, vibrante, invitándonos a volar bajo para poder encontrar la verdad. Recrearme en sus ideas. En la interpretación de la vida y sus consecuencias. Su humanismo irreverente. En sus acordes simples de aquí y de allá. Volver a su poesía, a su espíritu trashumante. Disfrutar de nuevo su humor, su fino humor satírico e irónico. Volar de nuevo al manantial inagotable de su hondura particular. O sumergirme en sus sabias reflexiones.

Los compositores de guitarra y canto, construyen, quizás sin proponérselo, con un simple verso, nuestra identidad personal. Las canciones de Cabral son parte de la banda sonora de muchos seres, pues forman parte de sus vivencias. Se convierten en una razón colectiva, cuando invitan a la lucha, a tomar partido por la justicia, a reflexionar sobre el dolor humano y las arbitrarias imposiciones de poderes nefastos.

Facundo Cabral es parte de estos, por eso decía en una entrevista: “No es mi canción, yo sólo soy su cantor”. Facundo quiere decir locuaz, incansable, desenvuelto y estos adjetivos claramente lo definen. En Facundo encontramos un hombre “fecundo”, fértil en el verbo y el verso, que ahora en su muerte se renueva para ser parte de la eternidad.

Su obra es para la época, lo que significó D'Vinci en el Renacimiento. Y se que no exagero. No sólo son referenciales, tienen la calidad para trascender los siglos. Este ser, se volvió indispensable en las discotecas y las bibliotecas de quienes buscan en la música y la lectura, algo más que un simple placer momentáneo. Se le esperaba con ansias, casi con devoción. Se convirtió en un referente del buen gusto y un aliado obligatorio, de la bohemia y el vino. De los amores de historias y de los malditos. La cita obligada.

Estos que le eliminaron físicamente, pobrecitos patrones de la miseria, andaban en busca de petróleo, pero morirán de sed. Y también de espanto.

Este hombre ha levantado vuelo, y nosotros nos quedamos con su canto, entre pecho y espada. Impotentes ante la realidad que duele, pero felices del legado que seguiremos disfrutando por siempre.

“Este es un nuevo día, para empezar de nuevo, para buscar al ángel, que me crece los sueños. Para cantar, para reír, para volver a ser feliz”. 'En este nuevo día, yo dejaré el espejo, y trataré de ser, por fin un hombre bueno, de cara al sol, caminaré y con la luna volaré”.