Por Julio E. Castro C.
José Canó aún mantiene vivo el recuerdo cuando le lanzaba “peloticas plásticas” a su hijo Robinson en momentos de ocio en San Pedro de Macorís. Muchos años después, esos envíos no cesan hacia el intermedista de los Yankees.
Recientemente, don José tuvo la oportunidad dorada de volverle a lanzar a su vástago, pero esta vez ante unas 49 mil personas, presencia, que a su juicio, no olvidará mientras vida tenga.
“Para mí fue una sorpresa. Nunca pensé que mi hijo me llamaría para que fuera su lanzador. Ese era mi sueño. Lo gozamos, pero él más. Lo disfrutó tanto que parecía el niño juguetón cuando le lanzaba pelotas en la casa. Robinson sigue siendo eso, un muchacho juguetón”, dijo su padre a Multimedios del Caribe.
Explica que la confianza existente entre ambos ha sido pieza fundamental para que su hijo sea hoy en día uno de los principales jugadores de los Yankees.
“Esa misma confianza que me mostraba desde pequeño, lo está haciendo en la actualidad. Es un jugador que aún le falta mucho en el béisbol. Pero también, con el pasar de los años, ha podido lidiar con una cantidad de jugadores de las Grandes Ligas y todo eso se debe al respeto que comenzó en la casa y gracias a Dios que aún mantiene”, dijo el ex lanzador.
Sostiene que “con su muchacho” aún mantiene una comunicación constante sobre lo bueno y lo malo y hasta porqué no, darle de vez en cuando sus pequeños “jalones de orejas”. “Siempre los habrá”, dijo. “Robinson aún no ha madurado como jugador. Tampoco creo que él no sepa todavía en dónde está. Él sabe que está en Grandes Ligas, pero no sabe quién es. Es por eso que siempre se comporta como un muchacho. Relajando con sus compañeros y haciendo chistes”, manifestó.
Sostiene que su mayor deseo es ver a Robinson seguir escalando más peldaños en las Mayores. “Ojalá que Dios me dé mucha vida y que su carrera no termine pasado mañana sin que yo me sienta satisfecho de todo el esfuerzo que hemos hecho junto a sus demás compañeros que les dan sus consejos. Siempre lucharemos para que siga haciendo las cosas bien hasta que Dios quiera”.
Un trabajo continuo
Cuando Robinson Canó fue llamado por los Yankees para hacer su debut en las Grandes Ligas, su padre nunca pensó que su estancia en el equipo iba a ser extensa.
“Todo lo contrario”, manifestó sorprendido. “Como muchos otros jugadores pensé que Robinsón iba a tener un sube y baja. No fue así. Se mantiene ahí con el equipo. Todo eso se debe al trabajo continuo al que él siempre se somete. No lo considero como el mejor, sino dentro de los mejores. Nunca hemos luchado para ser el mejor, sino estar ahí entre ese grupo”, indicó.
José Canó inició su carrera en el béisbol profesional con los Yankees de Nueva York, equipo que lo firmó el 10 de marzo de 1980. El seis de agosto de ese mismo año fue dado de baja firmando luego (primero de diciembre de 1981) por Atlanta. El 15 de abril de 1987 acordó un contrato con Houston, equipo con el que debuta en las Grandes Ligas el 28 de agosto de 1989.
En la pelota invernal accionó con las Estrellas Orientales, Azucareros del Este y Pollos del Cibao (hoy Gigantes del Cibao).
En la actualidad dirige la academia “Canó Sloan”, ubicada en el Ingenio Porvenir de San Pedro de Macorís. De allí han salido figuras como el paracorto dominicano Eduardo Núñez, el receptor venezolano Francisco Cervelli, así como del catcher puertorriqueño Omir Santos.
viernes, 22 de julio de 2011
“Robinson sigue siendo un muchacho juguetón”
8:33 a. m.