Erróneamente, se ha definido la delincuencia juvenil como un producto de la exclusión, la pobreza y la falta de oportunidades. Esa teoría se desploma tras ver a hijos jóvenes, de matrimonios de clase media, delinquir y envolverse en robos, violencia, muertes y otros tipos de delito.
Es lógico preguntarse entonces, que será peor y más motivador de delincuencia juvenil que la exclusión, la pobreza y falta de oportunidades?
Si se me preguntase, sin titubear diría que es producto de la desubicación.
Preciso es aclarar que no es aquella desubicación entendida como preguntar o hacer una acotación que no vengan al caso, sino, al error de pretender vivir en un entorno que por razones poderosas no nos corresponde.
En la juventud, la competencia generada por la moda es también letal. Esa competencia es camino indolente a la delincuencia.
Por ejemplo, querer un joven lucir como un artista o como un pelotero de grandes ligas sin serlo, es una desubicación de pronóstico reservado, pues no hay forma sana de igualar esos altos consumos.
Un artista, el pelotero, podrá usar las mejores ropas, prendas, vehículos, armas, gorras, relojes etc., sin que ello haga mella en su presupuesto. Por ejemplo, el primera base venezolano Miguel Cabrera, factura alrededor de 8 millones de pesos cada juego, tras el lujoso contrato con los Tigres de Detroit que le aporta 29.4 millones de dólares por temporada. Hablamos, llevándolo a pesos dominicanos, que Miguel Cabrera ganará más de 12 mil millones en diez años.
No puede la juventud querer igualar a Robinson Canó quien viene de firmar un contrato con los Marineros de Seattle por diez años y 240 millones de dólares. Canó ganará más de 880 millones de pesos al año. Los abuelos de Robinson, los padres, los hijos, sobrinos, los futuros nietos y cualquier otro pariente se darán el lujo de darse la moda que quieran, sin tener que delinquir.
Si nos vamos a Antonio Peter de la Rosa ‘’Omega’’, nos encontramos que puede facturar hasta un cuarto de millón de pesos por fiesta, cifra que alcanza, si es bien administrada, para comprar buenos tenis, gorras originales, celulares y hasta para el duplicado de algún Rolex.
Llamo desubicación peligrosa a la de un joven que sin ser artista o pelotero pretende lucir como tal.
El lucir como Mozart La Para, como el Mayor Clásico, como el Lápiz “Consciente, La Insuperable, La materialista, como el Poeta Callejero, Pablo Piddy, El Alfa, como Don Miguelo, como Chimbala o como el Chuape, sin dudas daría a nuestras juventudes más susto que felicidad.
No veamos sólo la exclusión, la pobreza y la falta de oportunidades como factores pro delincuencia. Es muy seguro que si el joven optara por no competir en el mundo de las modas caras, fueran mínimos los actos delincuenciales en ese sector poblacional.
Conocer su realidad y no imitar a artistas y peloteros, sin serlos, es ubicarse en un escenario de paz y de tranquilidad. Hay jóvenes con “Bujía” que, como sea, consigue ese teni caro o esa gorra original que no puede comprar, pero bajo un riesgo; perder su vida, o hacer perder otra
Estudiar y alcanzar una profesión es lo ideal. Ello no garantiza un monto similar al del pelotero, pero da la conciencia de que la moda es pasajera y que solo los valores duran toda la vida.
Y recuerda, no es el precio del cuadro o pintura lo que importa sino el amor al lenguaje de los colores.
Por Gilberto Lima.