“Hay
millones de artistas que crean; sólo unos cuantos miles son aceptados o, siquiera, discutidos por el
espectador; y de ellos, muchos menos todavía llegan a ser consagrados por la posteridad”. Marcel
Duchamp
Las mañanas ya no serán
frescas ni luminosas para los lectores de los periódicos Diario Libre, el Hoy y Listín Diario, entre
otros. El poco bienestar que se recibía apreciando las jocosidades y las ironías de Harold Priego y
sus personajes más conocidos como fueron “Diógenes y Boquechivo”, Doña Mármara y Eloy han firmado
dolorosamente el Libro de los Muertos. Estos personajes que dieron risas y alegría al espíritu
de los dominicanos debieron grabarse en el sarcófago para que acompañaran al difundo a la Duat o
inframunto de la mitología egipcia para que a manera de sortilegios mágicos le ayudaran a sortear
los peligros en el juicio de Osiris.
La muerte de este afamado dibujante
humorístico dominicano trae a mi memoria el fallecimiento del también caricaturista argentino
Roberto Fontanarrosa, autor de los personajes el matón Boggie, El aceitoso y el gaucho Inodoro
Pereyra y su perro Mendieta cuyas producciones trascendieron las fronteras de Argentina. La fama de
Priego me lleva sin mucho esfuerzo a comparar su arte con otro pensador humorístico grafico oriundo
de Mendoza, Argentina, Joaquín Salvador (Quino) Lavado Tejón creador en 1964 de la tira cómica
Mafalda que se publicaba semanalmente en el periódico Primera Plana.
Harold Priego ha dejado en sus tiras de prensas un retrato divertido y fascinante de una
realidad que no tiene porque serlo; ¡Qué forma tan particular de contarnos las noticias a través de
Diógenes y Boquechivo, doña Marrana y Eloy tuvo este artista vegano y genial del pincel! El
caricaturista estadounidense William “Bill” Watterson, creador de la tira cómica Calvin y Hobbes
llegué a expresar algo que en Priego ese saber demostrar en unos segundos fue fecundo, cito: “En lo
que a mi respecta, si algo es tan complicado como para que no lo puedas explicar en 10 segundos,
entonces, probablemente no valga la pena saberlo”.
Es posible que la
última creatividad del afamado artista fuera la del viernes 25 de enero, puesto a que él murió el
sábado 26 de la fecha, en la que apareció Boquechivo lustrándole los zapatos al Patricio Juan Pablo
Duarte; este hecho aparece como si el apóstol haya estado en algún lugar montuoso y polvoriento bien
alejado de lo urbano en una de sus actividades políticas de organización de la
independencia.
Boquechivo, en la tira cómica de marras luce envanecido y orondo frente a Diógenes
por aquella exclusiva o privilegiación por lo que se trataba del bicentenario del prócer que se
acicala para tan magna celebración.
Como genial vainero Boquechivo, en este caso, irrumpe
clamoroso y presumido, como era de esperar porque se trataba de un cliente con una misión terrenal y
gloriosa a la vez. Veamos como le responde Boquechivo al saludo de su interlocutor habitual: “Aquí,
Diógenes, dándole un “paño con pasta” a Duarte”. Si esto no es imaginación al más alto nivel de la
ironía, no existe otra comicidad que se le compare. En otras palabras, debo decir que Priego era
poseedor de un intelecto refinado y mordaz que llegó a comprender las complejidades de un chiste
inteligente.
Para hacer humor hay que tener un gran sentido de la gracia
para saber articular el gran chiste sarcástico al que nos tuvo acostumbrado Priego en las
prestigiosas páginas de los periódicos citados en este trabajo. Esa tira cómica en la que Boquechivo
aparece limpiándole los zapatos al hombre más egregio de nuestra independencia habla elocuentemente
de la creatividad de este caricaturista. ¡Qué brillante fue Harold! ¡Qué muestra más soberbia de
genialidad! ¡Qué efectista fueron sus personajes!
Despedir para siempre a
un artista de la dimensión intelectual de Harold Priego y, sobretodo, no volverlo a tener entre
nosotros en la tierra porque no estamos dotados de la fuerza de la reencarnación, desilusiona e
inutiliza y, además, cuestiona nuestra semejanza y nuestra capacidad con el Creador. Sin embargo, en
ausencia de ese poder que no tengo me reconforto en algo que no se debe olvidar y es que debemos
crear una perspectiva de esperanza ya que nuestra vida corporal es muy breve en comparación con el
hecho de que somos eternos.
Personas que no escriben pero que eran
lectores patológico de las tiras cómicas de Harold Priego se me acercaron indistintamente para
pedirme en nombre de los miles y miles de seguidores de este artista del pincel y de la creación
intelectual para que emita su compasión colectiva a los familiares de este virtuoso que nos ha
dejado enlutado y sin sonrisa. Y qué mejor forma que homenajearlo con una hermosísima reflexión del
Santo Padre Juan Pablo II:
“Todos los artistas tienen en común la
experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y
la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran
expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos
instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu”.
Rafael A. Escotto.
lunes, 4 de febrero de 2013
Harold Priego: In memoria
2:01 p. m.
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