Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 24 de mayo de 2011

Diferencia entre el periodismo y el negocio.


Sucre Vásquez.

“El periodista de honor sabe que su tesoro consiste en el capital social que proporciona el reconocimiento público de su verticalidad.”
Miami, Florida. (Atanay.Com).-El periodista es como el cristal. El más leve roce de intimidad, connivencia, con políticos, empaña la imagen nítida que es necesario preservar para aquellos que están en el ejercicio de la profesión en medios que se precien de objetivos.

Igual resulta cuando el periodista, o entidades que los reúnan o representen, se dejan mecer, mimar, por grupos, amparados bajo la cobija de organizaciones de la sociedad civil. Porque, siempre, detrás, está la mano interesada, que busca manipular o acallar la voz de denuncia, investigación , solidaridad con el perseguido, que es la esencia del periodismo, desafío que se hace más imperativo ahora que la función, el ejercicio, del periodismo deber ser más profundo, ir más allá de la mera redacción de hechos.

Periodismo es conciencia y búsqueda objetiva de la verdad.

Redacción de textos es un oficio; periodismo en un sacerdocio, que precisa de una vocación y una entrega a la verdad, esté donde esté.

Por eso, el compromiso de un periodista con un político lo desacredita como tal y entonces cae del pedestal de la objetividad y se convierte en un escritor de panfletos y de opiniones interesadas.

Sin embargo el medio, sea impreso o electrónico, siempre tiene un objetivo político, un fin de negocios, como empresa, pero el periodista profesional debe vivir de su salario para mantener la ética de igualdad y justicia ante los hechos. Esa razón es contraria a la práctica muy generalizada de periodistas en ejercicio que hacen anuncios de marcas, productos o servicios.

Ahora bien: el periodista es un profesional de la comunicación y puede dedicarse entonces a la publicidad de ideas, conceptos, marcas y servicios, pero desde la perspectiva de una actividad comercial, de la que puede entrar y salir, pero, en cada caso, debe proceder con la ética de separar la paja del grano: una cosa es un reportaje publicitario y otra es la nota periodística.

La presencia invasiva de políticos y ‘líderes” en actividades de regocijo, de fraternidad de periodistas, es evidencia de contubernios subterráneos, de entendimientos, para tratar de influenciar o neutralizar con fiestas y reconocimientos a los periodistas.

Por eso, mi extinto maestro Carlos Castañeda era reacio a recibir premios o a socializar . “Mi premio es el que me dan los lectores cuando compran El Nuevo Día”, decía en sus breves, pero profundos comentarios, que hacía en voz alta en la Redacción, a manera de sermón a su dinámica redacción ( la guerrilla) de 9 periodistas con la que destronó a El Mundo, como diario principal de Puerto Rico a mediados de los años 70.

Otro gran maestro del periodismo y la decencia, Rafael Herrera, acababa de dar su cátedra (1969) en el Instituto Dominicano de Periodismo y con, toda humildad, le pregunto:

- Profesor, entonces, ¿un periodista no debe ser político?, a lo cual contesta:

- Sucre, es mejor que no lo sea…

El periodista de honor sabe que su tesoro consiste en el capital social que proporciona el reconocimiento público de su verticalidad. Si busca dinero, que se dedique a la publicidad o la industria de entretenimiento, tan amplia en oportunidades para hacer dinero en cantidades cuantiosas.

sucrevasquez@yahoo.com